Iñaki Gil de San Vicente Larrañaga nació el 18 de septiembre de 1952 en una casa situada en las laderas del donostiarra monte Ulia. Desde la casa, conocida por el nombre del caserío del que procede su madre, Nekazabal, en castellano, «Ancho surco de arado», se divisaba la hermosa panorámica de la ciudad de Donostia, en castellano San Sebastián. Pero muy pronto su familia se trasladó al centro de la ciudad, a un piso situado a doscientos metros de la playa de la Concha. Así, desde sus primeros días, aprendió a vivir mirando los espacios infinitos de la mar cantábrica, y los cambios bruscos y hermosos de sus temporales y nubarrones cargados de agua, viento y vida. Siendo niño comenzó a frecuentar los varios caseríos de su familia materna, en la boscosa y verde zona de Aia, Orio y Zarautz. Aumentaron así los contrastes y las contradicciones que impactarían en su formación intelectual: el medio campesino y arrantzale frente al medio urbano y burgués de la ciudad cosmopolita de Donostia. Tal contraste estaba unido a otros: sectores familiares abertzales y nacionalistas vascos y otros sectores españolistas o, a lo sumo, carlistas.
Padeció la obligada educación nacionalcatólica y fascista en el colegio del Sagrado Corazón. A los catorce años se apuntó a la catequesis de su parroquia. En las discusiones político-religiosas inevitables en aquel contexto, Iñaki se posicionó por el sector que defendía la creación de un Ejército Vasco. Justo tendría 15 años. A los 17 años era animador de un grupo de debates en el colegio. Una conferencia suya sobre las causas del hambre en el mundo, dio paso a una de las primeras tensiones extraescolares en dicho colegio. En verano de 1969 fue elegido presidente de un club juvenil desplazando a la candidatura oficial designada por el párroco. Fue detenido por primera vez con justo 18 años de edad durante el estado de excepción impuesto durante el consejo de guerra de Burgos. Estuvo 54 días en comisaría. Desde entonces padece determinadas dolencias crónicas por efecto de las torturas. Aquella experiencia durísima, la cárcel y el exilio le marcaron para siempre.
Su vida intelectual ha sido y es inseparable de las exigencias prácticas y casi siempre inmediatas y urgentes, de la militancia revolucionaria, independentista y comunista. La formación teórica y metodológica de Iñaki ha sido y es inseparable del prolongado y sistemático contexto represivo. Como tantos y tantos abertzales ha preferido más firmar con pseudónimo o apodo, o no firmar, que hacerlo con su nombre. Probablemente por eso determinada prensa en euskara divulgó el rumor de que su primer texto firmado con su nombre -«Contra eurocomunismo: revolución«, Ediciones Vascas, 1980- pertenecía en realidad a alguien de la Mesa Nacional de HB. Sus primeros comentarios de libros en el diario EGIN fueron con las abreviaturas de su apellido, hasta que le pidieron que firmase al completo.
Sus fuentes teóricas son muy diversas y amplias: desde el núcleo del socialismo utópico hasta lo más actual y reciente de las aportaciones izquierdistas contemporáneas. Sin embargo, una de sus características básicas es la prioridad de lo concreto e histórico, en detrimento de lo abstracto. Muchas veces sus textos pecan de excesiva condensación, no dando respiros al lector, aunque él se defiende diciendo que una cosa son los eslóganes propagandísticos y frases cortas que buscan el efecto inmediato, y otra muy diferente es la teoría cruda y dura, la que más temprano que tarde es verdaderamente imprescindible.
Empero, varios textos suyos han sido traducidos al italiano, alemán, catalán, inglés y francés. Quien esto escribe, que le lee, estudia y critica desde hace casi tres décadas, piensa que Iñaki es un típico producto de las especiales y tal vez excepcionales condiciones vascas. Nada más, pero nada menos.
Escrito por Justo de la Cueva para Red Vasca Roja.