Puedes explicar de forma resumida tu intervención en Cantabria en torno a «Antifascismo: la lucha social no es terrorismo». En estos tiempos a todo se le pone el apellido «terrorista» y vuelven a apretar las tuercas para llevarnos a tiempos pasados. ¿No quieren la protesta en la calle?
Se trató de una explicación de lo esencial del fascismo a lo largo de la historia desde mediados del siglo XIX, cuando la burguesía empezó a tener pánico de la fuerza obrera, lo que le llevó a endurecer las represiones que anunciaban lo que setenta años más tarde sería el fascismo. El llamado «fascismo preindustrial» englobaba el bonapartismo, el cesarismo, el elitismo, etc., y luego, por fin y respondiendo a la lucha de clases industrial, al fascismo italiano a comienzos de la década de 1920. A partir de aquí, se desarrolló el nazismo, el franquismo, etc., y posteriormente los nuevos neofascismos y del actual nazifascismo como respuestas a la subcrisis que iban estallando desde finales del siglo XX hasta llegar a la tercera Gran Depresión a partir de 2007.
Dejando ahora al lado la efectividad represiva e integradora de la democracia burguesa y centrándonos en el fascismo, vemos tres niveles que interactúan hasta unificarse en el vértice del terror fascista: el primer nivel, el más interno e invisible es el de la alienación de masas, la sumisión que la educación burguesa «introyecta» en las personas predisponiéndolas a obedecer; el segundo nivel, es la manipulación fascista de esa sumisión en contextos de crisis logrando un apoyo social de la pequeña burguesía y de sectores obreros; y el tercero y más visible, la utilización de ese apoyo de masas por el fascismo para aplastar al movimiento obrero y revolucionario.
Por tanto, esta profundidad y amplitud manipuladora del fascismo facilita mucho la tarea criminalizadora de la izquierda al denominarla como «terrorista». El fascismo extiende esta acusación entre sus bases con su prensa y sus partidos, presentándose a sí mismo como «víctima» del «terrorismo» de la izquierda. Las dos expresiones del capital, como son la «democracia» y el fascismo, refuerzan la represión de la izquierda, acusándola de «terrorista» porque necesitan ambos, a su modo, reforzar el poder capitalista en estos momentos de crisis.
¿Cuáles crees que son los factores que impiden que las movilizaciones antifascistas se generalicen sabiendo que cada vez el capital, la ultraderecha y el poder hacen y deshacen a su antojo con la complicidad de los medios de comunicación?
Además del poder de manipulación de la prensa, también actúa el miedo a la represión, a perder el puesto de trabajo, etc.; tampoco podemos olvidar que la ideología burguesa que han introducido en las clases explotadas premia la obediencia, es egoísta e insolidaria, es racista y machista incluso en personas que se dicen de izquierdas, pero que, a la hora de pasar a la lucha antifascista, optan en todo caso por el parlamentarismo y el legalismo burgués, negándose a toda acción de masas antifascista.
Estamos viendo que ucronazis, etc aparecen por Euskal Herria (también en otros puntos del Estado español) y son recibidos con honores. Recientemente en el Ayuntamiento de Iruña, en la Diputación de Gipuzkoa… ¿qué nos está pasando? ¿El cambio de 180 grados en la lucha está teniendo un efecto pernicioso?
El cambio de 180 grados desde la izquierda al reformismo es uno de los grandes responsables de la impunidad de los ucronazis también en Euskal Herria, pero no es la única. También tenemos que considerar que ese giro ha envalentonado a sectores pro-otanistas e imperialistas que permanecían callados ante la fuerza de masas militante de la izquierda, ante sus sólidos argumentos antinazis, etc., de modo que al debilitarse esta legitimidad antinazi demostrada por la historia y el presente, se ha creado un vacío ético y político que los reaccionarios han ocupado al instante: siempre que la izquierda retrocede, avanza la derecha animada por el colaboracionismo reformista.
El neoliberalismo, capitalismo salvaje, se nutre y se apoya en movimientos fascistas para imponer las reglas. Se dijo que el capitalismo tenía los días contados, pero a fuerza de grupos de ultraderecha sigue acaparando cada vez más. En el mundo nunca ha habido tanta riqueza como en estos momentos y, sin embargo, está en pocas manos, como siempre. ¿Qué falla? ¿Cómo habría que dar la vuelta a esta situación?
La ley general de la acumulación capitalista hace que, si no es contrarrestada y anulada por la lucha revolucionaria, la riqueza aumente en cada vez menos manos, en cada vez menos capitalistas, mientras que el empobrecimiento golpea cada vez más fuerte a más y más personas. Esta ley general puede ser transitoriamente revertida en algunos países, pero, si la lucha revolucionaria retrocede, de nuevo vuelve a golpear. Las fuerzas de ultraderecha ayudan a esta dinámica, pero también lo hacen las conservadoras y las reformistas, que no luchan contra la alienación y la pasividad conformista de amplios sectores del proletariado.
Lo que falla es que la izquierda es débil y especialmente no comprende la importancia crítica de educar al pueblo trabajador para que destruya el Estado, cree otro Estado basado en el pueblo en armas, y con ese poder destruya el capitalismo y su ley general de acumulación, y desarrolle la independencia socialista y el internacionalismo proletario.
En el Estado español se mantiene la Ley Mordaza, precisamente hablando de lucha social y obrera. Iba a ser derogada, pero no fue así. ¿Es necesaria para aplacar un estallido social ante tantas penurias? Ayer mismo el INE publicó los recientes datos sobre la Encuesta de Condiciones de Vida, donde se demuestra que la pobreza sigue creciendo, que muchos trabajadores no salen de la misma ni con un empleo en el Estado español, pero también ocurre en Euskal Herria, un país rico con la pobreza muy instalada en una franja importante de la población.
La Ley Mordaza y otras más son reforzadas cada determinado tiempo para responder a las nuevas formas de lucha de clases, que por cierto va poco a poco recuperándose, aunque la prensa lo oculte. Uno de los errores de la izquierda es que no divulga apenas esas luchas en aumento, que explica por qué y cómo crecen y se coordinan, cuáles son sus objetivos y qué mejoras se van consiguiendo, que son más de las que nos dice la prensa del sistema. Esa escasa información, de la que solamente es responsable la izquierda, mantiene en la apatía, el derrotismo y hasta en el reformismo a las franjas alienadas del proletariado que solo ven lo que les miente la prensa y el reformismo.
Decir la verdad al pueblo trabajador, decirle por qué aumentan las luchas y cómo podrían aumentar más, es imprescindible para que la clase obrera recupere la confianza en sí misma, se organice mejor y luche más decididamente por la toma del poder.
Por último, ¿Hacia dónde deben caminar las luchas antifascista/ antimperialista/anticapitalista según tu criterio?
En síntesis: hacia la destrucción del Estado de la burguesía, hacia la construcción del Estado del proletariado como medio para acelerar el avance al socialismo. ¿Cómo hacerlo? Aprendiendo con la experiencia que deben crearse pequeños contrapoderes basados en conquistas sociales que resisten a los ataques, que se coordinan y autoorganizan, pero que no deben limitarse solo a eso, sino que deben ser empleados como trampolines para toma del poder basado en el pueblo en armas. Lo decisivo es el poder obrero, mientras que las conquistas anteriores pueden ser y son destruidas por la represión capitalista con facilidad. En este proceso, el fascismo es uno de los enemigos fundamentales a derrotar.
Como siempre, añade lo que quieras, por supuesto.
Lo único que quiero añadir es que ahora estamos con más fuerzas que luchan por la independencia socialista que hace una década, que hemos evitado la derrota definitiva, con ella la integración en el capitalismo transnacional y franco-español, y la desintegración como nación trabajadora independiente, y que, si no cometemos errores de sectarismo y prepotencia de grupúsculos engreídos, seguiremos avanzando. Eskerrik asko.