Durante las charlas y debates mantenidos a finales de este enero en Elx, València y Sagunto contra el genocidio sionista en Palestina, y en Bilbo contra la intensificación de las agresiones sistemáticas a Cuba que lleva a cabo el imperialismo yanqui, nos hemos enterado de varias noticias muy inquietantes, de entre las que destacamos estas cuatro:
Una, la cobardía salomónica de la Corte Internacional de Justicia que da una de cal y otra de arena, pero no corta de raíz el genocidio sionista, no defiende el derecho de Palestina a la resistencia armada al invasor, no convoca al mundo a la solidaridad práctica inmediata con el pueblo palestino, no avanza en el enjuiciamiento de las autoridades sionistas, etc., con la excusa de que su fallo apunta hacia el reconocimiento del genocidio pero que es provisional, a la espera del definitivo que tardará bastante tiempo, dando así un respiro al imperialismo. Dos y relacionada con la anterior: Estados imperialistas han suspendido sus aportaciones a la UNRWA, multiplicando así el sufrimiento de Palestina. Tres, el Reglamento 2024/386 del Consejo de la UE, de 19 de enero de 2024, por el que se establecen medidas restrictivas contra quienes apoyan, facilitan o permiten acciones violentas de Hamas y la Yihad Islámica Palestina. Y cuatro, aumenta la implacable agresión global a Cuba, que en los últimos años ha sido atacada con casi 300 sanciones más, y como es el caso ahora mismo del intento de encarcelar al colectivo Euskadi-Cuba, solidario con la red Cuba Información.
Durante los debates han estado directa o indirectamente presentes las ideas de George Ibrahaim Abdallah, el prisionero político que más años lleva encarcelado -cuarenta- en el Estado francés por su militancia antiimperialista, comunista, antisionista e internacionalista como se define así mismo en el libro Manual de militancia dentro y fuera de la cárcel, publicado por Boltxe Liburuak en 2023, texto que explica entre otras muchas características del capitalismo actual también el avance de la fascistización, en la que se insertan tanto la nueva persecución de derechos elementales como la salomónica decisión del CIJ que beneficia objetivamente al imperialismo. Por no extendernos, Abdallah nos muestra también que el genocidio de Palestina, así como los ataques que sufre lo que se llama Sur Global –especialmente Cuba para nuestro caso– sólo es comprensible desde las contradicciones del capitalismo.
Primero: la tercera Gran Depresión iniciada en 2007 no es sólo una crisis estrictamente económica, sino algo cualitativamente superior y potencialmente mucho más letal: es una crisis genético-estructural, es decir, que afecta a la esencia misma del capital a escala mundial, a la estructura de su «código genético» lo que explica la proliferación de esas 190 de guerras y conflictos actuales, el número más alto desde la implosión de la URSS y la pírrica victoria aparente de EEUU hace un tercio de siglo. En las crisis genético-estructurales todas las contradicciones del sistema, además de estar tensionadas al máximo, se refuerzan sinérgicamente con nuevos problemas y dificultades que han ido surgiendo desde la anterior crisis genético-estructural, multiplicando la irracionalidad global del modo de producción capitalista. En esta tercera, los nuevos problemas que dificultan aún más que antes la realización de la ganancia capitalista son una magnitud desconocida en las anteriores, por poner un solo ejemplo: la catástrofe socioecológica a punto de explotar.
El informe del Foro Económico Mundial reunido en Davos a finales de 2023 es claro al respecto al analizar el estancamiento y retroceso del capitalismo mundial en ese año, y es muy pesimista con respecto a 2024. También lo es el último informe del Banco Mundial es alarmante al afirmar que la economía mundial sufrirá la peor segunda media década en el último tercio de siglo, reconociendo que la razón no es otra que la caída en las inversiones en producción de valor en las potencias dominantes. Sin extendernos en más análisis burgueses, aquí, en el Estado español crece el debate sobre el «estancamiento secular» de la producción de valor en su economía a pesar de los brutales recortes en derechos sindicales y sociales, en condiciones de vida, del aumento vertiginoso de la explotación asalariada y del enriquecimiento de la burguesía.
Las razones de las crisis genético-estructurales están teorizadas en la sistemática crítica marxista del capitalismo, y no vamos a repetirlas aquí; sí debemos hacer referencia a una de sus decisivas e incuestionables síntesis que ahora vuelven a confirmarse desde su enunciación en 1859: el antagonismo entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones burguesas de propiedad. Es sabido que hoy mismo podría reducirse drástica o incluso totalmente el hambre en el mundo, y las enfermedades e incultura en un tiempo corto, si hubiera una decisión política de hacerlo forzando al capital a ello: por ejemplo el debate sobre el «leninismo ecológico» para llegar lo más pronto posible al ecocomunismo.
Bajo una dirección socialista, el potencial liberador de las fuerzas productivas sería de una belleza ética tremenda y unos logros sociales inimaginables desde la miseria horrorosa e irracional del capitalismo. Sin tener que ir al llamado Sur Global –eufemismo que oculta la brutalidad imperialista–, y ciñéndonos al criminal Estado británico vemos que según cálculos fiables, no oficiales, en 2022 la pobreza aumentó en un millón de personas, llegando a 14,4 millones de una población de 65,12 millones, sin contar los que deben apretarse el cinturón todos los fines de mes. En EEUU uno de cada ocho hogares padeció «inseguridad alimentaria» en 2022, 44,2 millones de personas, 10,3 millones más que en 2021, sin contar a los que rozan el llamado «umbral de pobreza». Ambos Estados son las «democracias» dirigentes del imperialismo, y sus burguesías no quieren reducir esos millones de personas empobrecidas que aumentan, se estancan o se reducen según los vaivenes de la lucha de clases y del saqueo del mundo.
El empobrecimiento creciente de la humanidad –5000 millones de personas son hoy más pobres que ayer según OXFAM–, no es la única ni la decisiva causa de la tercera Gran Depresión, aunque sí la tenemos que tener en cuenta ya que facilita la radicalización de las clases y naciones explotadas si las izquierdas saben incidir dentro de ellas. A la vez y junto a otras contradicciones más esenciales –las dificultades para la acumulación y la tendencia a la caída de la tasa de ganancia, sobre todo–, las relaciones burguesas de propiedad fuerzan la expansión imperialista para reactivar su economía o al frenar su debilidad y su retroceso frente a otras potencias emergentes incrementando también las violencias contra ellas
En última instancia las crisis se resuelven transitoriamente con destrucciones más o menos violentas de fuerzas productivas y con guerras cada vez más atroces según las crisis son más extensas e intensas hasta llegar a las grandes depresiones, como la actual. Ahora nos encontramos en un contexto así en el que, como en las dos anteriores depresiones, se integran las dinámicas irracionales en una senda hacia la guerra mundial para la que la industria de la alienación de masas ya está poniendo fechas aproximadas. Si estallará y cómo y cuándo lo hará depende de las interacciones del desarrollo desigual y combinado de la lucha de clases a escala mundial. De lo que se trata, por tanto, es de comprender la dialéctica entre lo universal de la crisis, lo particular de su expresión en Oriente Medio y en el Caribe, y lo singular de la resistencia palestina y cubana.
Segundo, Oriente Medio es uno de los «reñideros» históricos, o sea, porque ocupa un lugar en la Tierra cuyo control es imprescindible para las grandes potencias desde que estas surgieron hace casi seis mil años, como el imperio egipcio que tenía dos grandes zonas que dominar: Palestina y el Sudán. Roma fue muy consciente de la importancia de Oriente Medio para asegurar la explotación del Mediterráneo y para frenar los ataques provenientes de Asia y de la siempre peligrosa Persia. El primer capitalismo mercantil del norte de Italia, Génova, Venecia, etc., ansiaba asentarse en Oriente Medio y de ahí la versión mentirosa de que las Cruzadas desde el siglo XI sólo tenían fines religiosos, cuando lo que realmente buscaban era oro. Lo mismo buscaba Napoleón en Egipto y Siria además de debilitar el comercio británico. Luego el colonialismo europeo, la Declaración Balfour de 1917, la imposición del ente sionista en 1948 y el apoyo imperialista total a los crímenes sionistas hasta hoy mismo.
Oriente Medio es la conexión terrestre por la que la antropogenia cruzó de África a Eurasia, y por la que ahora mismo está pensado que pasaran grandes ejes de desarrollo no controlados por el imperialismo: autopistas, trenes, aeropuertos, puertos…; si como se espera, Oriente Medio se organizara fuera del imperialismo, se facilitaría sobremanera el desarrollo de un bloque gigantesco formado por la conexión rápida, fácil y segura de Eurasia con África, bloque de poder global sin parangón con el del imperialismo teniendo en cuenta que también en Nuestramérica hay Estados que se sumarían comercial, científica y hasta militarmente a él mediante el BRICS y otras alianzas: la participación de BRICS en el PIB mundial de 2023 ha subido del 31% al 35% superando a la del G7.
Además, Oriente Medio domina grandes recursos energéticos, como ya es sabido, y controla cinco zonas vitales para la logística de los flujos de valor: canal de Suez, estrechos de Ormuz y Adén, conexión con la zona occidental del Indo-Pacífico, y conexión con el Este de Europa y Turquía, por lo que es decisiva su importancia para el imperialismo. Si se llegase a elaborar una decidida estrategia de confrontación económica con el imperialismo, al margen ahora de la militar y otras forma de pugna mundial, el control de Oriente Medio sería crítico porque asfixiaría a la Unión Europea en primera instancia y luego a EEUU: por esto y por más, para el imperialismo es vital la pervivencia del ente sionista llamado «Israel».
También, Oriente Medio tiene una importancia creciente en la «guerra cultural» que está endureciendo el imperialismo contra los pueblos del mundo, «guerra cultural» que busca justificar al menos tres grandes líneas no contradictorias sino complementarias: una, el autoritarismo creciente para «salvar la democracia»; dos, la potenciación de la varias formas de neofascismo y nazismo bruto adecuadas a cada contexto, en el que el sionazismo, el siocristianismo y el extremismo islámico juegan un papel de cimentación ideológica en la estrategia del caos mundial dirigida por el imperialismo; y tres, mantener la industria de la matanza humana más tecnologizada, la «cultura del terror», probando sus armas físicas y psicológicas contra los pueblos de Oriente Medio.
Si nos trasladamos ahora al Caribe, vemos que ocupación y saqueo de Cuba era una necesidad para el colonialismo británico ya a mediados del siglo XVIII que culminó tras la batalla de La Habana en 1748 en su conquista y ocupación en 1762, aunque luego sería canjeada por otros territorios volviendo los invasores españoles. Ya en sus primeros días, EEUU saboreó el sueño de apoderarse de la Isla Heroica, pero sabedor de su irrenunciable conciencia nacional demostrada con su resistencia a los españoles, decidió que lo mejor era a que «cayera como fruta madura», hasta que creyó que podría invadirla victoriosamente en 1961, fracasando estrepitosamente.
Cuba es importante en el control imperialista del Caribe por el lugar geoestratégico que ocupa ya que es una brecha muy peligrosa en su muralla de protección atlántica como se vio durante la crisis de los misiles de 1962. La tecnología militar posterior, hasta hoy, no ha anulado esa importancia sino que la ha acrecentado por la clara superioridad rusa en guerra electrónica especialmente. En el caso de guerra imperialista contra Eurasia, dominar Cuba y el Caribe exigirá a EEUU una carga militar porque las marinas chino-rusas están mejorando mucho la guerra submarina. En la medida en que resista Cuba, el resto de Estados del Caribe, también imprescindibles para la protección de EEUU, estarán debilitados internamente por las simpatías procubanas de sus clases trabajadoras, lo que inquieta al Pentágono. Lo mismo ocurre con toda Nuestramérica.
Tercero, el ente sionista llamado «Israel» es el portaviones nuclear terrestre y la fábrica de armas de guerra convencional, contrainsugencia, espionaje e inteligencia de alta tecnología, que el imperialismo ha desarrollado en la zona para controlar militar y económicamente Oriente Medio. Se habla de más de 200 bombas nucleares incluidas las entregadas por Sudáfrica antes de hundirse la dictadura blanca, de la mejor aviación y arma blindada de la zona, y sobre todo del incondicional apoyo militar y económico del imperialismo a «Israel». Además, su industria de la matanza humana le prevé de armas suficientes para sostener guerras destructoras pero de corta duración y en un único frente, debilidad profunda impuesta por su limitada población y confirmada ahora mismo tras la humillante derrota sufrida ante Palestina en Octubre de 2023.
Por otra parte, «Israel» presiona con todos medios disponibles para atar en corto mediante amenazas, ataques y sobornos a las burguesías árabes; reprimir las luchas de liberación de sus pueblos; y suprimir o mermar las influencias en el área de otras potencias competidoras con el imperialismo, sobre todo la de China y de Rusia. Simultáneamente, es una de las sedes más eficaces de la industria imperialista de alienación de masas llamada eufemísticamente «medios de comunicación», industria que ha ido controlando con los años y que es uno de los medios más eficientes para entender el autoritarismo y sus expresiones más extremas al alza en eso que llaman Occidente. Según encuestas y sondeos realizados recientemente en el ente sionista, la población que todavía no se ha marchado aprueba mayoritariamente el genocidio contra Palestina. La industria sionista de la matanza humana, de la contrainsurgencia, etc., también golpea a Nuestramérica y amenaza a Cuba de múltiples formas porque las relaciones de «Israel» con el Pentágono son múltiples.
Cuatro, Palestina está siendo abiertamente desde 1948 el bastión defensivo inmediato en este frente de guerra mundial, que se está sacrificando desesperada y heroicamente para impedir la victoria definitiva e irreversible del proyecto del Gran Israel. Con el apoyo total y directo del imperialismo, el ente sionista está aniquilando genocidamente al pueblo palestino, como paso imprescindible para poseer material y moralmente Oriente Medio teniendo en cuanta su importancia expuesta en el Punto 2. Pero después del exterminio del Palestina, el imperialismo atacará sin piedad a Irán y exigirá la obediencia ciega a Turquía e Irak, y destruirá Siria; a la vez aplastará los derechos de los pueblos árabes circundantes para asegurar su control del Este de África; conquistado y sobreexplotado Oriente Medio, tendrá más fácil lanzarse a la guerra contra Eurasia, tal como están reconociendo los banqueros, los políticos y los militares de eso que llaman Occidente.
Tanto Palestina como Cuba son bastiones de libertad para todo el mundo, que no sólo en sus áreas circundantes. La agresión imperialista contra Cuba, aun no siendo tan salvaje como el genocidio de Palestina, sí tiene una identidad de fondo: EEUU, con el apoyo activo o pasivo de la UE y de otros Estados, quiere rendir por hambre y enfermedad a la Isla Heroica. El Pentágono no se atreve, por ahora, a invadirla por lo que recurre a otros métodos que podemos denominar como «guerra biológica» porque todas las sanciones impuestas desde 1960 y especialmente desde 1962, buscan destruir su agricultura, su industria, sus reservas energéticas, su sanidad, su turismo, las remesas de los emigrantes, etc., para asfixiarla en lo esencial, en la salud y la comida. El objetivo es azuzar el malestar social como ariete antisocialista, reforzarlo con la «guerra cultural», con casos de corrupción y con grupos de pequeños propietarios nacidos al calor de las reformas, para dar el salto a la implosión o a la contrarrevolución.
Quinto, visto esto, el expolio y saqueo de los recursos económicos de Palestina, de sus tierras, su agua potable, su gas, y muy especialmente de su fuerza de trabajo, aun siendo importante es sólo una parte de objetivo histórico: impedir la creación de bloque terrestre afro-euroasiático que derrote al imperialismo occidental dirigido por EEUU; al igual que la invasión de Cuba va más allá que el expolio de sus bienes y de su fuerza de trabajo muy preparada, porque se trata de además de la seguridad militar imperialista también y en muchos casos sobre todo, de acabar con el ejemplo revolucionario de la Isla. En ambos casos, el imperialismo necesita destruir hasta sus raíces el ejemplo de dignidad de estos pueblos, y muy en especial la demostración que están dando al mundo de que es posible crear poderes emancipadores a pesar de las extremas condiciones agresivas, violentas, en las que viven a diario. El imperialismo necesita destruir esas lecciones permanentes para que no germinen y no crezcan en otras clases y pueblos oprimidos.
La cobardía salomónica del CIJ que prolonga el genocidio, la inhumanidad de los Estados que abandonan el UNRWA condenando al hambre a Palestina, las nuevas leyes represivas europeas que destrozan derechos elementales, y la persecución de la Asociación Euskadi-Cuba y de Cuba Información extendiendo la represión de un continente a otro, son cuatro ejemplos de los muchos disponibles que muestran que el capital está decidido a todo con tal de salir de la tercera Gran Depresión descargando sus costos sobre las vidas de la humanidad explotada.
Pero también muestran que las izquierdas de verdad, las revolucionarias, han de entrar decididamente al combate por los derechos humanos socialistas. Aunque el CIJ ha dado una de cal y otra de arena, en realidad su salomónica cobardía beneficia al sionazismo, lo que nos lleva a la necesidad de luchar por otro sistema de justicia internacional que defienda a los y las explotadas, una justicia no burguesa sino socialista en la medida de lo posible ahora mismo, pero que debemos popularizarla y explicar su necesidad en todo segundo, sin descanso. Otro tanto tenemos que hacer con el UNRWA, que tiene todas las limitaciones de la caridad neutralista dependiente del poder y del dinero del capital, cuando lo que necesita ahora mismo la humanidad aplastada es el internacionalismo proletario, sus brigadas y el Socorro Rojo. ¿Y qué decir de las represiones múltiples en aumento, del genocidio a Palestina y de la soga al cuello para asfixiar a Cuba? ¿Cómo ayudar a la asociación de solidaridad Euskadi-Cuba y a Cuba Información?
Son muchas las tareas que tenemos por delante, una de ellas y no la menor es la denuncia sistemática de los DDHH burgueses –derechos inhumanos– que tienen la doble función de lavar la sangre que cubre al imperialismo y engañar y adormecer a los y las explotadas. Por ejemplo, en los cuatro casos –CIJ, UNRWA, represión europea, y asfixia a Cuba—se ha producido una clara división entre dos bloques: el imperialista eurocéntrico con sus DDHH gravados en las bombas que lanza, ayudado por burguesías colaboracionistas; y el de Estados y pueblos trabajadores que de un modo u otro buscan nuevas relaciones internacionales, tienen culturas no eurocéntricas, se abren a debates sobre el socialismo e incluso algunos de ellos se declaran socialistas.
Dentro del bloque imperialista, sectores de las clases proletarias vuelven a dudar de la irracionalidad en la que malviven, y contra ellos cae la represión por lo que se agudiza el debate sobre ‘libertad’, ‘derecho’, ‘justicia’, etcétera, pero en abstracto, sin contenido sociohistórico. Pero el imperialismo no quiere que esas abstracciones tan útiles para la burguesía se llenen de contenido concreto ya que debatir y practicar la ‘libertad’, el ‘derecho’, la ‘justicia’, etcétera, exige criticar las actuales relaciones capitalistas de propiedad de las fuerzas productivo/reproductivas, con lo que de inmediato entramos al debate sobre la necesidad del comunismo, ¿o no? Pues debatamos sobre comunismo.
Iñaki Gil de San Vicente
Euskal Herria, 31 de enero de 2024