¿Qué está sucediendo? Una invitación al debate sobre diez reflexiones sobre diez interrogantes problemáticos y 61 preguntas concretas

Estas reflexiones formaban parte de la propuesta con la que la Red Roja Vasca, basque-red.net invitaba a su público a interaccionar y debatir con los autores.

 I. ¿Tiempos de perplejidad y confusión?

 Periódicamente en la historia de los pueblos aparecen momentos como el actual. Si se tarda en reaccionar y en ofertar alternativas se puede asistir al auge de corrientes derechistas y contrarrevolucionarias que ocupen el vacío dejado por el silencio izquierdista.

1. ¿Qué es una crisis? 

¿De dónde viene y cuándo surge la confusión y la perplejidad? Generalmente, cuando se atraviesa un momento de crisis. Pero, ¿qué es una crisis? Esta palabra está muy malentendida. Por lo común aplicamos conceptos extraídos de las ciencias naturales y además interpretadas mecánicamente. Por ello no sabemos que la crisis social es un momento de tensión, de pugna, de lucha de lo viejo con lo nuevo y por tanto momento de decisión, de intervención, de creatividad, de optar por una de las dos o tres vías de salida que abre toda crisis. Hay muchos ejemplos de crisis, uno a explicar es la crisis económica hablando del cierre de Euskalduna en contraposición al cierre de Lemoiz, por ejemplo.

2. ¿Cómo intervenir en ellas?

Dado que toda crisis es un momento de bi o trifurcación, no se puede intervenir sobre ellas, forzar tal o cual salida, si no se dispone de una concepción dialéctica de la sociedad, una concepción que integre como componente esencial el criterio de la práctica voluntaria, del tiempo como arma política, de las estructuras establecidas como frenos de emancipación. Entre los muchos ejemplos que se pueden poner tenemos el de la aceptación de un marco político restringido e impuesto para, a partir de él y siempre dentro de sus limitaciones insalvables, pretender avanzar o el del forzamiento por la lucha de otro marco jurídico-político más apto y capaz.

3. ¿Cuántas crisis hay?

No es cierto que haya una sola crisis ni tampoco que sean infinitas. Ambos extremos responden a interpretaciones erróneas que derivan en equívocos peligrosos. Se trata de analizar las fuerzas reales que determinan la existencia social, el conjunto de estructuras que sustentan a la colectividad y sus problemas. Pensar que existe una única crisis, la que fuera, es reducir la sociedad a una masa incolora y monolítica, predispuesta a aceptar a un dictador que le salve del caos y del desorden. Pensar que hay infinitas crisis, aunque conduce al mismo fin, también predispone a la indiferencia derrotista y al pasotismo pasivo: no hay solución. Son dos posturas ejemplarizadas en el llamamiento al autoritarismo de Aznar, Arzalluz y Alli o en el indiferentismo de fracciones abstencionistas posmodernas.

4. ¿Son fortuitas las crisis?

Intervenir en las crisis para potenciar tal o cual salida supone conocerlas y rastrear sus orígenes. Incluso las crisis económicas no responden solo a contradicciones ciegas del sistema, sino que, además, por un lado, están impulsadas conscientemente por determinadas fracciones de la clase dominante que salen beneficiadas por ella y, de otro lado, también son causadas por las luchas obreras y populares. Pensar que las crisis nacen por azar, inopinadamente, es desconocer la naturaleza del problema que ha entrado en crisis. Tenemos el caso de la crisis ecológica y su plasmación en Hegoalde, sus orígenes generales y específicamente capitalistas y franquistas, los intereses de fondo que la propiciaron y los responsables que pretenden ocultarse tras la creencia en que esa crisis, como todas, son fortuitas.

II. ¿Es eterno el capitalismo?

Es muy importante saber si el capitalismo es o no eterno, o sea, debatir sobre la posibilidad o inevitabilidad de su pervivencia eterna. Se trata de una interrogante que va más allá de su directo objeto de interrogación, pues concierte, en realidad, a la postura filosófico existencial del sujeto que se interroga: ¿existen las cosas eternas? La oportunidad de esta reflexión es innegable en estos momentos de incertidumbre y, además, demuestra la inseparable unidad de los criterios filosóficos con los económicos, políticos, sociales, históricos, etc.

5. ¿Es nueva esta pregunta?

Se trata de exponer pedagógicamente cómo antes de Marx se pretendió responderla; cómo la respondió Marx y las dudas y discusiones que se suscitaron de inmediato tras su respuesta; cómo dentro mismo de sus seguidores surgieron contestaciones enfrentadas a partir de las cuales se sustentaron y justificaron prácticas políticas irreconciliables; cómo al tiempo, se sumaron al debate los teóricos burgueses obsesionados en demostrar los errores de la respuesta de Marx; cómo desde entonces, todo el debate político-económico mundial, sobre todo hoy, está enmarcado en aquellas disputas que se repiten con diferentes palabras pero con los mismos argumentos y buscando defender los mismos intereses. Entre los ejemplos disponibles tenemos el de la postura de la extinta EE al respecto.

6. ¿Tiene leyes el capitalismo?

Hay que empezar especificando que sí tiene «leyes» pero que no deben ni pueden ser entendidas desde el criterio de ley que tienen las ciencias naturales, aunque integren en su seno la dialéctica de la necesidad y de la contingencia. Esas «leyes» -el lector ya está preparado pues ha leído el cptº 1º sobre la crisis- exigen la intervención social. Pero lo importante es enunciarlas según las descubrió Marx e indicar su coherencia teórica, así como que no hay en estos momentos ninguna otra concepción alternativa con menos limitaciones y errores. El ejemplo es claro: ¿qué ha pasado en Euskal Herria?

7. ¿Se han cumplido las leyes del capitalismo que enunció el marxismo?

Se trata de demostrar con base en datos y estadísticas actuales si la economía mundial ha evolucionado tal cual lo sugerían los análisis de Marx, o sea, si esas célebres «profecías marxistas» se han materializado o si por contra vivimos en el mundo de bienestar y paz que soñaban algunos burgueses y los reformistas socialdemócratas que se dedicaron a demostrar los errores de Marx. Se trata también se explicar cómo y mediante qué instrumentos la burguesía ha podido solventar las crisis previsibles, pero como sobre este particular nos extenderemos más detenidamente en el cptº 8º, ahora presentaremos el núcleo de la reflexión como soporte, anunciando que por su importancia le dedicaremos un cptº completo. El ejemplo sigue siendo el mismo: ¿se han cumplido en Euskal Herria?; es una continuación del anterior.

8. ¿Cómo actúan hoy?

Los cambios acaecidos y los nuevos problemas inexistentes en el último tercio del siglo XIX condicionan la plasmación de esas «leyes» que se presentan con formas nuevas. Aunque las causas del paro y los intereses de clase que lo originan siguen siendo las mismas que hace siglo y medio, sus plasmaciones son formalmente diferentes. Esta diferencia obnubila la comprensión correcta del problema histórico y sirve de excusa a la propaganda capitalista. Se trata de explicar las formas que adquieren esas «leyes» en los problemas actuales, desde el agotamiento de la forma-Estado hasta el del taylor-fordismo, pasando por la ausencia de una hegemonía internacional y terminando en las transformaciones del saber obrero y los cambios en la clase trabajadora, o sea en la composición del Trabajo y en sus nuevas alienaciones. El ejemplo a utilizar sigue siendo Euskal Herria.

9. ¿Está condenado el Capital?

Periódicamente resurge el debate sobre el derrumbe inevitable del sistema que corroido por sus contradicciones insalvables termina por desaparecer o, por contra, si siempre -mientras que no se lo impidamos- encuentra alternativas de salida aun a costa de empeorar las condiciones de vida y trabajo -también ecológicas- a nivel planetario. Este debate es recurrente por su innegable importancia práctica en todos los sentidos, o sea, filosófica, teórica, política, etc. Se trata de exponer las tesis de tres grandes corrientes marxistas al respecto y valoran su actualidad poniendo, una vez más, a Euskal Herria como ejemplo y campo de intervención.

III. ¿Ha fracasado el socialismo?

Desde octubre de 1917 hasta octubre de 1990, pocos meses antes de la autodisolución del PCUS, el socialismo parecía ser una realidad incuestionable. Aun hoy la República Popular de China, Vietnam, Cuba y otros Estados se proclaman socialistas. Durante casi 60 años el poder omnívoro capitalista ha tenido que pensar dos veces cada una de sus decisiones: mirando a Moscú y mirándose así mismo. Es más, el actual capitalismo 瞥ubiera sido como es sin el «bloque socialista»?. Esta interrogante nos llega a reflexiones importantes que aunque no tienen respuesta cierta sí nos permiten dotarnos de una comprensión de la historia reciente, y por tanto de la historia humana, menos determinista y lineal, menos autómata y más abierta a la importancia de la intervención humana. Es una reflexión central.

10. ¿Pero ha existido el socialismo?

No se una pregunta tonta. Si por socialismo entendemos lo que entendían los clásicos marxistas, incluídos Lenin, Trotski, R.Luxembur, etc, hay que afirmar que no ha existido el socialismo tal cual lo entendieron y desearon. 澧omo lo definieron?. 激s válida actualmente esa concepción o ha quedado ya reducida a algo peor que una utopía, a una ucronía, o sea a una utopía fuera del tiempo, irrealizable?. Hoy mismo tal pregunta tiene una importancia clave que, además de entroncarse en la reflexión realizada en el texto hasta ahora, plantea otras interrogantes sucesivas e interrelacionadas de directas implicaciones prácticas: 穌ué modelo de socialismo queremos y podemos realizar en Euskal Herria?.

11. ¿Qué socialismo ha fracasado?

Si resulta que el socialismo no ha existido 穌ué ha existido entonces?. 熹ué era la URSS?. Desde luego no era un régimen capitalista pues la revolución bolchevique había liquidado las raíces del Capital. Practicamente desde 1917 se abrió el debate de caracterización de la URSS. Anarquistas, socialistas utópicos, socialdemócratas de izquierda, centro y derecha, socialrevolucionarios, mencheviques, diversas corrientes bolcheviques, trotskistas, stalinistas, maoístas, etc, han existido muchas interpretaciones diferentes que hoy, tras el derrumbe, han sido contrastadas con los hechos. Significativamente, casi todas ellas han tenido más razón que las tesis burguesas. Durante años las izquierdas se han distanciado o acercado entre sí, además de otras razones, por la caracterización que hacían de la URSS. Un fuerte mimetismo dogmático ha impedido que casi todas esas izquierdas analizasen su situación de manera independiente y concreta: 瞥a sucedido lo mismo en Hegoalde?.

12. ¿Por qué ha fracasado?

Parte de la respuesta está ya implícita en el tema anterior pero hay que profundizar pues si se analiza críticamente el derrumbe de la URSS y la situación de todos los Estados llamados socialistas -una contradicción en sí misma- descubrimos cinco grandes problemas -modelo económico, democracia socialista, cuestión nacional, internacionalismo y ética socialista- que de un modo u otro han minado a todos ellos, y minan a los que resisten. Hay una relación dialéctia de causa-efecto entre esa quíntuple problemática y la caracterización del llamado «socialismo realmente existente». Se trata por consiguiente de una contradicción estructural que nos lleva al tema decisivo del período de transición entre el capitalismo y el socialismo. 激ra la URSS una sociedad en transición estancada al socialismo y luego en retroceso al capitalismo?. De ser cierta esa quíntuple problemática 瞠n qué situación nos encontramos los vascos y vascas?.

13. ¿Tuvo méritos?

El «socialismo real» ha cosechado grandiosos triunfos y ha cometido errores y crímenes injustificables. La historia no puede ser interpretada de forma maniquea. La historia es contradictoria, con matices y

sutilezas que hay que tener presentes. Para los pueblos del Tercer Mundo la desaparición de la URSS ha sido un desastre. Pero sus imposiciones políticas llevaron al desastre a otros procesos revolucionarios. La URSS fue decisiva no sólo contra los nazis, pero los intereses de su burocracia ayudaron a aupar a los nazis. Su potencia nuclear salvo al mundo de la bomba yanki, pero su política internacional fue desastrosa en otros muchos aspectos. 澧ómo interpretar semejantes paradojas?. Las acciones humanas siempre están dentro de contextos prefijados, pero siempre cuentan los márgenes y sus tendencias. En concreto 盧ómo ha influenciado el «socialismo real» a Euskal Herria?.

14. ¿Podemos aprender del fracaso?

De hecho se aprende más del fracaso que del acierto. Los ásperos debates descritos arriba sobre la caracterización del «socialismo real» nos permiten aprender muchas cosas. La quíntuple problemática descrita (modelo económico, democracia socialista, cuestión nacional, internacionalismo y ética socialista), atravesada internamente en su totalidad por la opresión sexista y patriarcal no resuelta y renacida posteriormente, también nos ofrecen lecciones de gran valía. La incapacidad teórica burguesa para comprender qué era ese «socialismo real», otro tanto. Por último el incumplimiento por parte del capitalismo de sus promesas de ayuda siquiera «humanitaria» a los pueblos y Estados post-socialistas nos previene contra todas las promesas de las clases dominantes. En suma ¿Cómo podemos integrar esas lecciones en nuestra práctica actual y en nuestro modelo independentista y socialista?.

15. ¿Qué es el socialismo?

A estas alturas de la reflexión abierta la pregunta sobre qué es el socialismo cae por su propio peso. Si no es lo que oficialmente se dijo que era. Si resulta que los clásicos y grandes revolucionarios tenían otra concepción del socialismo como ya hemos expuesto anteriormente en el apartado 10. Si hemos ido desgranando los errores y las virtudes del «socialismo real», 瘸caso no tiene nada que ver con el «verdadero» socialismo? 燈 hay fases y etapas dentro del socialismo? De ser cierto 盧ómo y cuando se puede pasar de una a otra y qué les diferencia entre sí?. Es más, 積o rompemos así la concepción tradicional y dogmática del materialismo histórico como un ascensor automático que puesto en marcha no se detiene ya nunca?. Desde este criterio 窺e dan los saltos en la historia humana, saltos para adelante y para atrás?. Llegados a tal punto de desmitificación 穆odemos los abertzales pensar en problemas de construcción socialista a medio y largo plazo o no?.

16. ¿Qué el comunismo?

En contra de las utopías presocialistas y socialistas, los clásicos del marxismo se negaron a avanzar detalles precisos sobre qué y cómo sería el comunismo. Pensaban que no había condiciones materiales y experiencias sociales para basar con el imprescindible rigor científico la mínima proyección anticipada del comunismo. Sin embargo su extensa, entrecortada, compleja y ramificada obra está recorrida de principio a fin por un contundente ideal comunista. Y no sólo en ellos está ese impulso ideal. Prácticamente en la totalidad de revoluciones, guerras de liberación social, sublevaciones, insurrecciones, revueltas y motines, así como en sectas y grupos, en casi todos ellos ha palpitado desde hace siglos el ideal comunista. Hoy es más necesario que nunca ese ideal pues el mundo se encuentra abocado al dilema «comunismo o caos», que ya no al de «socialismo o barbarie». Y ¿se puede ser a la vez abertzale y comunista?

IV. ¿Nuevo o viejo orden internacional?

Cuando el asesino Bush brindaba sobre los 200.000 irakíes muertos por los bombardeos aliados -que despegaban de bases españolas- anunciando al mundo entero la entrada definitiva en el «nuevo orden», no estaba sino repitiendo y asumiendo como propio el viejo sueño de todos los poderes imperialistas habidos desde que, tras la caída de Roma, los caballeros francos intentaron reinstaurar el Sacro Imperio Romano Germánico. Grosso modo, salvando todas las distancias y las diferencias de fondo que aparecieron al darse el tránsito de la economía-imperio precapitalista a la economía-mundo capitalista, en última instancia cuando se tiene que dilucidar el sí o el no de aceptar la explotación e invasión externa, entonces el «nuevo orden» de Bush es tan viejo como las genocidas razzias de Carlomagno en la actual Prusia y países bálticos, y también de antes, cuando Roma se expandía por el Mediterraneo y cuando, con anterioridad, las tropas de intervención rápida griega destruyeron hasta las raíces la ciudad-Estado de Masina y exterminaron a sus 20.000 habitantes, El orden siempre es el orden.

17. ¿Qué ha pasado con Bretton Woods?

Ahora hace 50 años EEUU impuso una precisa estrategia imperialista destinada a asegurar definitivamente su poder mundial. Medio siglo después esa estrategia y las instituciones que la sustentaban y garantizaban están en crisis agónica. Los tres bloque continentales imperialistas, más las grandes transnacionales y corporaciones más, por último, el poder que representan esas mismas instituciones auspiciadas por EEUU y que -menos la ONU- han conseguido una autonomía operativa apreciable, negocian entre sí la salida de la crisis y las alternativas previsibles. Los cambios acaecidos en medio siglo han sido tremendos y el Centro imperialista ha de buscar las salidas a los problemas creados. Pero tiene una tremenda dificultad comparada su situación con la de otras veces: ahora no es tan sencillo desencadenar una tercera guerra mundial.

18. ¿Sexta ofensiva capitalista?

En realidad, el capitalismo se encuentra en la conjunción de tres grandes cambios: uno, el agotamiento de una fase histórica; otro, el agotamiento de una forma o modelo de acumulación y por último, el agotamiento de la anterior reordenación espacio-productiva. La II Guerra Mundial había permitido dar un paso de gigante y abrir un nuevo clico histórico y una nueva forma de acumulación, unida a una nueva hegemonía, la yanki, por mucho que la URSS estuviera ahí. Sin embargo, a finales de los 60 la forma de acumulación empezó a agotarse; a finales de los 70 estaba clara que se agotaba la larga fase histórica que se sustentaba en ese modelo de acumulación y, por fin, a finales de los 80, con la renacida crisis, aparecieron todos los problemas de las tres reordenaciones imperialistas continentales que se estaban intentando. Para salir del marasmo, el Capital lanza su sexta ofensiva a escala de la economía-mundo contra el Trabajo: es la sexta desde finales del siglo XVI, aunque entonces el capitalismo no dominase aún políticamente y le faltasen pocos decenios para hacerlo económicamente. La ofensiva tiene unos perfiles, métodos y objetivos muy precisos apuntados brevemente en el cptº 2º y que ahora se detallan.

19. ¿Cuántos imperialismos?

Pero el panorama se complejiza hasta el extremo al entrecruzarse los intereses de los tres bloques imperialistas, de éstos con respecto a las transnacionales que ya se atreven a tutearlos y a las instituciones heredadas de Bretton Woods y en proceso de transformación y, por último, de todos ellos como unidad estratégica capitalista en caso desesperado frente a dos grandes resistencias latentes: una, el conjunto del Tercer y Cuarto mundos, así como los antíguos «Estados socialistas», con sus divisiones internas y otra, las clases trabajadoras, masas populares y naciones oprimidas dentro mismo del Centro imperialista. Además de estos problemas, el Capital en proceso de mundialización debe atender al ya desbocado galopar de la catástrofe ecológica y de la caída desde 1984 de la producción mundial alimentaria. Son tremendos problemas que explican la estrategia definida como sexta ofensiva, pero que también muestran sus problemas internos.

20. ¿Y qué pasa en Europa?

El llamado proceso de unificación europea es en realidad la cuarta batalla político-económica para imponer una nueva jerarquía interna. Con otros ritmos y con otras fases, también en la parte de Asia influenciada por Japón y en América Latina se libra la misma pugna: es una característica de la evolución capitalista. Decimos que en Europa es la cuarta pugna porque las tres precedentes han sido la del Tratado de Wetsfalia, la del Congreso de Viena y la de Yalta. Ocurre que la actual reordenación de las jerarquías de poder dentro de Europa se está realizando sin guerras totales como en los casos anteriores. Se está reestructurando todo el edificio de poder interno en medio de unos problemas mundiales crecientes. La pregunta es obligada ¿en qué nos afecta a nosotros?.

21. ¿Puede haber un «gobierno mundial»?

El supuesto «nuevo orden mundial» se presenta como una especie de poder efectivo que cuenta con la aquiescencia de la ONU. Aun y todo así existen determinados intereses que propagan el mito de la conveniencia y posibilidad real de establecer un llamado «gobierno mundial» que al estar situado por encima de los Estados, tendría todos sus poderes de decisión y consenso y, además, ninguna de sus debilidades. En momentos de crisis e incertidumbre esa demagogia potencia tendencias autoritarias, occidentalistas y desarrollistas mientras que, en realidad, legitima todas las decisiones e intereses de los poderes mundiales. ¿Podemos los pueblos oprimidos fiarnos de esas patrañas?

V. ¿Qué es la crisis ecológica?

La sexta ofensiva del Capital pretende legitimarse con la excusa de detener la crisis ecológica. El Banco Mundial ha creado incluso un departamento de «protección del medioambiente»; los Estados del Centro imperialista también dicen «proteger la naturaleza» y dictan leyes al respecto, hasta los partidos de la derecha y extrema derecha se dicen ecologistas. Pero ¿qué es y cómo ha surgido la crisis ecológica?. ¿Es la llamada «segunda contradicción del Capital, como la denomina una corriente marxista?. Dos preguntas son fundamentales al respecto: una, ¿es el capitalismo compatible con la naturaleza? y otra, si no lo es ¿qué podemos hacer?

22. ¿Crisis o catástrofe?

Precisar correctamente cual de las tres posibilidades -¿se trata de una simple crisis?, ¿es ya la catástrofe? o ¿estamos en el tránsito de la primera a la segunda?, ¿tránsito global en el que algunas partes de la naturaleza ya están sufriendo la catástrofe mientras otras todavía empiezan a sufrir la crisis?- es fundamental pues la estrategia que se lleve dependerá de esa valoración. Las cifras y las estadísticas sobre el empeoramiento de la situación son cada vez más alarmantes indicando que lo que se define como «capacidad de carga ecológica» está llegando ya al desbordamiento ¿irreversible?. Frente a este panorama mundial, colectivo, ¿podemos hacer algo los pocos vascos que somos?.

23. ¿Consumismo o calidad de vida?

La respuesta a la pregunta anterior nos lleva inevitablemente al cuestionamiento de determinados dogmas y paradigmas fundamentales que legitiman la irracionalidad capitalista. La ecología es mucho más que el conocimiento de las interrelaciones variables y delicados equilibrios inestables de todas las partes de la naturaleza. También es una concepción filosófica de la existencia que confirma puntos básicos del materialismo histórico. El concepto de «calidad de vida», por ejemplo ¿es compatible con el consumismo y todo lo que legitima y exige?. A su vez, ¿la «calidad» es compatible con el «crecimiento», por ejemplo?. Pero el problema no es tanto de discusiones teóricas y semánticas, de innegable importancia, sino de comportamiento práctico colectivo e individual, permanente y consciente. Ahora bien ¿no puede acarrear un descenso electoral el llamamiento a una vida austera y sin lujos superfluos por mucho que aclaremos qué es la «calidad de vida»?. O en otras palabras: ¿es rentable electoralmente la coherencia ecologista?, y si no lo es ¿qué tenemos que hacer?.

24. ¿Qué es la necesidad?

Una de las desmitificaciones que hace el ecologismo es la de la necesidad en cuanto fuerza ciega, incontenible y unidireccionalmente lanzada hacia el consumo compulsivo. La concepción de la naturaleza como un todo finito en inestable equilibrio evolutivo, esta concepción elemental, cuestiona radicalmente el criterio al uso de necesidad. Hay que partir del hecho de que, en la sociedad burguesa, la necesidad es siempre entendida como una exigencia consumista ciega que, por definición, obliga a aumentar la producción de mercancías, o sea, a aumentar la carga ecológica del planeta. Ello nos lleva al debate sobre el desarrollismo en sí. Intervienen aquí todas las tesis sobre «economía ecológica», «calidad sin crecimiento», etc. Surge la pregunta: ¿cómo repercute todo eso en el modelo abertzale de construcción nacional?, o dicho de otro modo ¿somos o no somos desarrollistas?, ¿era necesaria la central nuclear de Lemoiz, por ejemplo?.

25. ¿Y qué es la libertad?

Hablar de necesidad conlleva hablar de libertad. Ambas palabras forman una unidad contradictoria no antagónica. Más adelante, en el aptº 42, reflexionaremos sobre otra faceta de este problema y deberemos recordar lo aquí expuesto. El ecologismo ha confirmado la vieja definición marxista según la cual la libertad es el conocimiento y superación práctica de la necesidad. La burguesía siempre ha rebuznado con el siguiente «argumento»: «no hay libertad donde no hay consumo». Lo malo es que los diversos reformismos han aceptado esa tesis reaccionaria y suicida. Más grave aún es que sectores de la izquierda también lo han hecho. En realidad con esta cuestión renacen «viejos» y permanentes debates en las izquierdas sobre la definición de socialismo y de comunismo. Pero sin entrar excesivamente en el tema, aunque lo toquemos por su transcendental importancia, más nos importa la inmediata cuestión práctica, a saber y por poner un ejemplo nuestro: ¿iba el MLNV contra la «libertad» colectiva de viajar en coche a más velocidad -y consiguientemente a la valoración de la «necesidad» de hacerlo- cuando se enfrentó contundentemente al inicial proyecto de autovía Irurtzun-Andoain?

VI. ¿Es necesario el macho?

El desarrollo de la biotecnología, en concreto de la inseminación artificial, ha causado consternación en algunos sectores especialmente machístas y misóginos mientras otros se han alegrado tremendamente al pensar que con esas técnicas se refuerza la sumisión de la mujer. En el cptº 10º, aptº 59, nos extenderemos más en detalle sobre el problema general de las nuevas tecnologías, pero ahora, en este cptº, la inseminación artificial agudiza un debate creciente: ¿es necesario el macho?. Lo primero que hay que precisar es el concepto de «macho» pues además de su acepción biológica es la palabra raíz del derivado «machismo». Muy pocos hombres se reconocen machistas pero muchos se sienten orgullosos de ser muy machos. En el fondo habita una personalidad centrada en el arquetipo viril.

26. ¿Biología o socialización?

El arquetipo viril no es biológico, no está impuesto férreamente por los genes. La virilidad es un aprendizaje social, es una construcción de género. Otro tanto hay que decir de la feminidad. En la actualidad asistimos a una contraofensiva en todos los planos para reforzar las erróneas tesis genetistas de la absoluta determinación biológica, que nunca social, de las especificidades y diferencias entre hombres y mujeres. Aunque ya está cientificamente establecido que no existe determinante biológico total sino que se trata de una síntesis compleja y variable de componentes sexuales y de género social, pese a ello, el machismo ataca de nuevo con tópicos y tonterías muy dañinas. Lo que está en cuestión es la supuesta «superioridad» del hombre sobre la mujer, algo negado oficialmente por las izquierdas pero apenas combatido con seriedad y rigor.

27. ¿Miedo a la mujer?

¿Qué se oculta debajo de esa permanente vigilancia machista que hace que periódicamente se activen campañas propagandísticas sobre la «debilidad» de la mujer?. Una tesis feminista sostiene que debajo se encuentra un miedo profundo, primitivo, casi originario, del hombre a lo que significa la mujer. ¿No puede ser que ese miedo oculte la secundariedad biológica del varón, su impotencia reproductora?. La obsesión machista por controlar la reproducción desde y para sus intereses de sexo-género y, a la vez, para apropiarse de la fuerza de trabajo de la mujer, esos intereses crudamente materiales, corporales, se unen en el interior de la personalidad del varón a su miedo a la mujer, al igual que, a otra escala, el burgués siempre teme al obrero. Nace de ahí una práctica de opresión, explotación y dominación que ha perdurado con ciertos cambios a lo largo de los diversos modos de producción. Ese miedo a la mujer es también palpable en las organizaciones izquierdistas y abertzales.

28. ¿Qué es el sexismo?

El miedo a la mujer -miedo a su sublevación- es una de las bases del sexismo, pero ¿qué es el sexismo?. Podríamos decir que si el machismo es inconsciente, el sexismo es consciente, es sabedor de lo que piensa y siente. También hay una estrecha relación entre sexismo y patriarcado. Tiene muchas formas e intensidades de expresión. Aparece en las revistas cultas y en los culebrones televisivos. Es también un arma política reaccionaria ante la cual las izquierdas tienen pocas defensas especialmente en el nivel electoral. Un ejemplo lo tenemos en las limitaciones de HB al respecto. Una de las causas de dicha debilidad radica en el propio machismo y en el sexismo de los militantes, simpatizantes y votantes abertzales. Y surge una pregunta: ¿debemos reivindicar la superación del patriarcado y del sexismo como objetivo estratégico al igual que el independentismo, la reuskaldunización, el socialismo y la reunificación nacional?.

29. ¿Aborto o bautizo?

El control de la natalidad por parte del patriarcado y la mitología oficial sobre el inexistente «instinto maternal» han sido siempre contrastados y combatidos en la práctica, que no en la teoría, por las mujeres. Los anticonceptivos y abortivos, así como los métodos socialmente establecidos de control de la natalidad según las necesidades, son casi tan viejos como nuestra especie. Debajo del debate sobre el derecho al aborto y sobre la libre natalidad -que nos lleva a los debates sobre la libre sexualidad y la explotación económica- palpita la realidad del monopolio patriarcal de la natalidad. Sólo comprendiendo esa causa comprenderemos realmente el drama del aborto y la brutalidad inhumana de las políticas natalistas que se amparan en la risueña imagen del bautizo. La política natalicia recorre internamente al resto de políticas: económica, militar, cultural, sexual, etc. ¿Qué debe hacer un pueblo pequeño como el nuestro oprimido nacionalmente? ¿Quién debe decidir y planificar esa política?.

30. ¿Cuántas violencias padece la mujer?

La violencia sexista no se ciñe a las agresiones psicofísicas; estas son una parte considerable de las que padece la mujer, pero existen muchas otras. Hay que precisar primero el concepto de violencia pues el saber y la cultura patriarcal -las que han definido la violencia- se han construído para oprimir a la mujer. Ampliado y precisado el concepto hay que descubrir las dinámicas y focos de explotación y, sobre todo, lo que les une y dota de sentido estratégico. Solamente así podremos saber cuántas violencias padece la mujer, por qué y para qué. Visto eso surge el siguiente punto: ¿es de suyo «pacífica» la mujer?. Si no lo es ¿debe y puede recurrir a violencias defensivas?. Defendamos que sí, entonces ¿cómo han de engarzarse con las violencias defensivas de otros oprimidos, sean trabajadores, parados, jóvenes, minorías étnicas, grupos marginalizados, etc?. Son debates teóricos y prácticos de grandes repercusiones que una y otra vez nos llevan a la cuestión del poder patriarcal, de sus relaciones con el Estado y de su supervivencia a éste instrumento central de dominación, como veremos en el aptº 46.

31. ¿Hay algo no sexista?

Decíamos que ha sido el saber sexista -que tiene como criterio ontológico y epistemológico el tamaño del pene- quien ha conceptualizado la violencia. ¿Pero sólo ese concepto? ¿No será que el actual sistema de de saber humano es sexista?. De ser cierta esta pregunta tenemos que cuestionar ese mismo saber en su totalidad pero ¿dónde están los límites?. Por ejemplo ¿es también sexista el método científico?. No nos extenderemos mucho en esa cuestión -¿cuántas ciencias hay?- y pasaremos a dos grandes bloques de problemas: ¿qué decir de la filosofía y la religión? y para meter más el dedo en la llaga del izquierdismo progre: ¿qué ha pasado con el célebre «socialismo científico»? e incluso para tocar fondo: los concepto de clase y nación ¿son sexistas?. O dicho de otro modo: ¿qué relación existe entre clase, nación y sexismo?

VII. ¿Y qué pasa con los pueblos y naciones?

La sexta ofensiva mundial del Capital contra el Trabajo, de la que hemos hablado anteriormente, tiene como uno de sus objetivos específicos aniquilar toda posible resistencia de los pueblos a la explotación mundial. ¿Pero de todos los pueblos? Esta pregunta surge por el hecho simple de que, además, esa sexta ofensiva busca también aumentar la expoliación de la inmensa mayoría de la tierra para beneficiar a la reducida minoría del Centro imperialista. El racismo del Centro surge, entre otras razones, para justificar esa hiperexpoliación. Es más, el grueso, por no decir la totalidad, del conocimiento eurocéntrico es eminentemente racista, incluso pretende legitimarse con «argumentos» científicos: la sociobiología unida al darwinismo social.

32. ¿Razas o etnias?

El avance de la genética está cerrando viejas discusiones y abriendo nuevos campos de debate. Los antiguos argumentos que definían a las razas se están reduciendo a cada momento. Quienes defienden la existencia de razas humanas se basan en diferencias morfológicas pues es incuestionable que sólo existe una única especie humana. Por otro lado, la genética tiene ya capacidad para datar con aproximación los momentos de especialización étnica, que no racial. Pero ¿estamos enfocando bien el debate?. La duda que nos asalta es que en todas las ciencias que atañen políticamente al ser humano, no se puede separar el interés político de la supuesta «neutralidad científica». Ello nos obliga a considerar razones políticas, históricas, éticas, costumbristas, etc, para optar -además de los datos recientes y ¿objetivos?- por tal o cual concepto: de raza viene racismo y de etnia ¿qué viene?. Por ejemplo, ¿existe una «raza vasca» o una «etnia vasca»?. ¿O ninguna de las dos?. De ser así ¿qué es Euskal Herria?.

33. ¿Etnias o naciones?

La concepción eurocéntrica ha sostenido y sostiene que las naciones sólo surgen con el desarrollo de la burguesía. Antes existían colectividades humanas definidas de diversos modos. La dogmática stalinista oficializó semejante criterio que, junto a otros, legitimaban una concepción global de la evolución obligada a todos los pueblos. Hoy ese mismo criterio rige las relaciones internacionales en beneficio exclusivo de los Estados y del Capital. Hasta el humanitarismo y la caridad oficial están sujetos a él con nefastas consecuencias. Sin embargo, estudiando más detenidamente la historia humana y también a los clásicos marxistas, el dogma se cae. Aparece una realidad mucho más rica, polifacética y compleja ante la cual la vigente jurisprudencia internacional burguesa no sirve en absoluto, es más, ese aparato tremendo de leyes y convenios intercapitalistas, unido al saber que le ampara, sólo sirven para reprimir las aspiraciones de los ¿pueblos?, ¿etnias?, ¿naciones? o ¿cómo denominarlas?. También es una discusión que nos afecta directamente: ¿en base a qué tenemos derecho a la autodeterminación?.

34. ¿Clases o pueblos?

Unido a este debate ha habido y hay otro bifronte: la ultraizquierda más libresca y autodenominada internacionalista ha denostado todo lo concerniente al pueblo, a la nación: dice que es una construcción reaccionaria y burguesa, hasta fascista; sólo acepta y usa el concepto de clase. Por el lado opuesto, en la extrema derecha, se reniega de la clase y se diviniza al pueblo. Por desgracia para ambos la experiencia de los conflictos indica que existe una dialéctica muy imbricada entre clase y pueblo. En el aptº siguiente analizaremos esa realidad histórica. Ahora nos interesa estudiar el tema en su vertiente teórica de los procesos de explotación, opresión y dominación que sostienen y determinan esa dialéctica. En concreto, son esos procesos los que demuestran la idoneidad y el valor del concepto de «pueblo trabajador» que, por cierto, es el empleado por el MLNV desde que lo popularizara ETA en su V Asamblea: ¿cuales son virtudes en la Euskal Herria de comienzos del siglo XXI, del tercer milenio?.

35. ¿Revoluciones y/o guerras de liberación?

Decíamos antes que para desgracia de ambas posturas extremas, la experiencia histórica indica la interpenetración de clase y pueblo. De hecho, todos los procesos revolucionarios que han triunfado se han basado en esa interpenetración. De hecho, uno de los grandes errores causantes de los estancamientos y derrotas de otros muchos procesos revolucionarios ha sido el de despreciar dicha dialéctica. De hecho, una de las grandes bazas históricas del Capital ha sido la de apropiarse en exclusividad de los sentimientos populares profundos de las clases oprimidas -el fascismo y la derecha populista, por ejemplo- de modo que las izquierdas han quedado totalmente aisladas. De hecho, una de las tesis clásicas del reformismo más consecuente ha sido y es la de licuar la clase dentro del pueblo. Por último, la tesis del reformismo duro se basa en intentar una amalgama inestable definida como «sociedad civil». La experiencia histórica también se está confirmando en Hegoalde -y Euskal Herria- en donde las tesis «obreristas» han sido incapaces práctica y teóricamente de sostenerse, y ¿las reformistas?.

36. ¿Nacionalismo o independentismo?

El debate clase versus pueblo o nación tiene, además, actualidad por el resurgimiento de nacionalismos de derecha y neofascistas. Pero no sólo por eso: el problema de fondo es saber si el nacionalismo es tan preciso y coherente como el independentismo, siempre analizado el problema desde los intereses del pueblo trabajador. Es decir, ¿en las condiciones de mundialización capitalista, qué potencia más coherentemente los intereses estratégicos del pueblo trabajador, el nacionalismo o el independentismo? Como se aprecia, ubicamos el debate en el contexto mundial y en su evolución previsible: esta es la postura correcta, ya que, en su origen, el nacionalismo fue también una respuesta a las condiciones de explotación externa originadas por el contexto mundial postcolonial e imperialista. En la actualidad sucede otro tanto, pero con la agravante de que la mundialización ha desbordado ya al nacionalismo y exige, como respuesta de los pueblos oprimidos, el independentismo socialista. Dentro de Euskal Herria el debate está de actualidad: ¿cuáles son las razones del independentismo?

37. ¿Estado nacional o internacionalismo?

El independentismo opta claramente por un Estado propio ¿quiere eso decir que no es internacionalista?. Pensamos todo lo contrario: para ser plenamente internacionalista en las condiciones presentes y futuras hay que dotarse de instrumentos políticos que rompan con la estrategia imperialista y, simultáneamente, sean capaces de avanzar en la práctica de la solidaridad. También aquí recurrimos a la experiencia histórica: la solidaridad militante entre los pueblos ha salido fortalecida cuando algunos de ellos han logrado conquistas estatales decisivas. Desde luego que también está la experiencia negativa de las degeneraciones de esos Estados, pero aquí nos remitimos al cptº 3º en el que analizamos esa cuestión. El asunto está en la naturaleza del Estado que debe optar por una política de paulatina desconexión de la mundialización económica -más difícil ahora que en la fase imperialista ya superada- y de potenciación de relaciones internacionalistas, lo cual plantea muchas interrogantes: ¿cómo ha de ser ese Estado en su democracia interna?, ¿qué modelo socioeconómico ha de potenciar dentro y fuera?, ¿qué alianzas externas ha de mantener?, etc, y ¿tenemos que avanzar ya algunas respuestas?.

38. ¿Uniformidad o diversidad?

El independentismo socialista e internacionalista asume la existencia de una sola especie humana en la que no existen diferencias de inteligencia y aptitudes básicas impuestas genéticamente. Ello no quiere decir que abogue por el uniformismo cultural, por la existencia de una única lengua mundial. Desgraciadamente diversas izquierdas -socialistas utópicos, anarquistas y stalinistas- sí han defendido teóricamente ese criterio uniformador. El Capital quiere imponerlo en la práctica y la evolución mundializadora de la economía presiona en ese sentido. Sin embargo, una concepción independentista reivindica justo lo contrario: la riqueza de la humanidad radica en su diversidad cultural y en su aportación mutua. Aquí debemos recurrir, como tantas otras veces, a tesis ecologistas -la biodiversidad- aplicadas a la sociedad humana: la diversidad cultural. De hecho, una vez más, este es el criterio de fondo de los clásicos marxistas: el libre desarrollo de cada persona y/o colectivo es el requisito del desarrollo libre de la comunidad en su conjunto. Volvemos así al sentido y significado del comunismo pero no de manera abstracta sino práctica: ¿acaso no es enriquecer a la humanidad el aumento de euskaldunes?.

VIII. ¿Por qué no estalla esto?

Las reflexiones realizadas hasta ahora confluyen desde diversos espacios problemáticos diferente en tras grandes interrogantes a los que vamos a intentar responder. El primero es simple: ¿cómo es posible que tanta opresión e injusticia no haya terminado en un estallido general del sistema?. Todos sabemos que ha habido revoluciones y guerras de liberación, grandes y heroicas luchas que durante bastante tiempo -alguna siguen todavía resistiendo- han representando mucho para la humanidad. Sin embargo, existe la creencia de que dentro mismo del «corazón y cerebro del capital», en el llamado «mundo desarrollado», no ha habido lucha de clases ni revoluciones. La clase dominante quiere imponer una versión de la historia sin luchas de las y los oprimidos. Incluso intenta reescribir y falsificar sus propias señas de identidad que en gran medida giran alrededor de la versión burguesa de la Revolución Francesa: con motivo del bicentenario de la destrucción por las masas populares de la Bastilla, se ha intentando negar el esencial contenido revolucionario del proceso abierto entonces. Si la burguesía reniega hasta de su propio pasado: ¿qué no hará con el de las clases, naciones y sexo-géneros oprimidos?.

39. ¿Ha estallado antes?

Sí ha estallado el orden capitalista en su mismo corazón y cerebro. Lo ha hecho con mucha más frecuencia e intensidad de lo que recoge la versión oficial de la historia. Ha estallado muchas veces, con diferentes intensidades y fuerzas; con diferentes niveles de coordinación y planificación; con diferentes grados de violencia de las masas. Unas veces han sido estallidos parciales, específicos a los problemas en tensión y a las crisis particulares. Otras veces han sido sacudidas más que estallidos. La lucha de clases no ha desaparecido, no se ha extinguido nunca. Es más, ha habido momentos en los que renació con terrible fuerza. ¿Estamos hoy ante uno de esos momentos o no?. ¿Qué método teórico y político tenemos que utilizar para saberlo?. Aunque intentaremos responder más en profundidad a esta cuestión en el último aptº del texto, ahora nos interesa adelantar algún criterio básico por una razón concluyente: ¿la historia de Euskal Herria confirma lo aquí expuesto?.

40. ¿Por qué nos mienten?

La falsificación de la historia es una necesidad obligada a todo poder explotador, independientemente de su campo de operatividad y de su ubicación en la jerarquía de poderes, aspecto este al que volveremos en el aptº 44 . Falsificar la historia; negar determinados acontecimientos o mutilarlos y presentarlos de tal modo que las y los oprimidos no puedan aprender de ellos, esta práctica común ya justificada por Platón, tiene su causa en dos factores interrelacionados: uno, la historia es cognoscible y aprehensible teóricamente y otro, la historia es transformable. Ambos van unidos, forman una unidad. La capacidad de conocer y transformar la historia, de hacerla en suma, siempre ha sido objeto de decisivos debates entre las fuerzas revolucionarias, reformistas y reaccionarias. Prácticamente no existe ningún problema humano, por muy metafísico e idealista que aparente serlo, que no se ancle en alguna de las formas de expresión de dicho debate: ni dios se libra, y nunca mejor dicho. Precisamente el responder afirmativamente en todo su sentido, es uno de los grandes argumentos de legitimidad del MLNV y ETA, ¿por qué?.

41. ¿Qué es la alienación?

Una de las razones que aclaran la obsesión de todo poder por negar o tergiversar la historia de sus contradicciones y miserias, radica en que su conocimiento es esencial para la superación de la alienación. Pero ¿qué es la alienación?. Es el proceso y el resultado a la vez de la reducción del sujeto humano en su globalidad a simple cosa exterior así mismo: el sujeto alienado no puede percibirse, pensarse así mismo, ser autoconsciente, porque ha invertido su realidad de modo que es lo exterior, lo ajeno a él e impuesto por fuerzas desconocidas y desconocibles, lo que le define a él. El no se define a sí mismo porque le han hecho pensar que hay algo exterior definitorio: dios, idea, cosmos, poder, dinero, suerte o lo que fuera. Eso exterior a él se presenta como eterno, sin contradicciones ni cambios en su esencia. Dado que desconoce la historia de eso externo, el sujeto se desconoce a sí mismo y piensa y siente según le viene impuesto por eso externo. Hay muchas formas de alienación y todas nos remiten al mismo mecanismo que actúa impulsado por la fuerza de la explotación. Es esa fuerza la que hace que aunque se tenga determinada conciencia política -antiespañola e independentista, por ejemplo- se tengan también costumbres burguesas nuevas. Esto nos lleva en directo al problema de si ha triunfado o no la llamada «reforma franquista» en Hegoalde. También hay alienación nacional: un pueblo que no piensa según él, sino según el Estado ocupante. La conciencia abertzale es la conciencia desalienada y consciente de sí como pueblo.

42. ¿Existe el miedo a la libertad?

Tenemos que remitirnos aquí por un instante a los aptº 24 y 25 sobre la necesidad y la libertad. Recordando lo allí visto es fácilmente comprensible que exista el miedo a la libertad. Por contra, si utilizamos el concepto burgués -cuantitativo y formal- de libertad nos resultará impensable siquiera plantearnos esa reflexión: ¿quién, por qué y cómo puede tener miedo a la libertad?. Sin embargo, ese miedo real, profundo y aterrador es una de las causas de la paralización o de la timidez de las y los oprimidos en multitud de momentos insostenibles por su dureza opresiva. El sistema ha generado muchos instrumentos de control, intimidación, vigilancia y castigo para mantener activo el miedo a la libertad: todos llevamos un policía, patrón, psiquiatra, confesor y censor dentro nuestro. Están ahí, reprimiendo y atemorizando desde dentro, por causas muy precisas y materiales, nada místicas ni esotéricas. El miedo a la libertad es también colectivo; es manipulable y moldeable: el poder tiene muchos especialistas en esa tarea.

¿Cómo superar ese miedo?: la mejor cura es la acción. Contra el miedo: acción. La interrelación de las múltiples formas de lucha que realiza un pueblo oprimido es el mejor tratamiento.

43. ¿Gozamos oprimiendo?

Pero hay más razones que explican no sólo los fracasos de las luchas sino además, previamente a que surjan, su debilidad y estancamiento e incluso, que explican además de otras razones, cómo y por qué partes considerables de oprimidos y oprimidas colaboran activamente con el poder, se identifiquen y los expanden o defienden. Es más: si somos policías para con nosotros mismos también lo somos para con los demás y con sumo gusto nos quedamos con la ganancia que supone serlo. Está así de crudo el problema porque una de las características de la explotación capitalista en sentido general -además creciente- es la de que existen jerarquías, complicidades, intereses compartidos y distribuídos según esas jerarquías de explotación. De la misma forma que existen castas estructuradas verticalmente, algo parecido pero mucho más pernicioso y terrible existe dentro del capitalismo: instancias estructuradas de explotación y dominación que hacen que las opresiones se desplieguen obteniendo la complicidad interesada de muchos oprimidos que descargan sobre los débiles -mujer, ancianidad, infancia, inmigrantes, marginalizados, personas dependientes, etc- sus frustraciones, explotándolas a su vez. Es una cadena que produce beneficio, ganancia, placer, gozo y satisfacción. A ello corresponde una personalidad sado-masoquista que, en cuanto tal, siente miedo pánico a la libertad ya que con ella perdería, entre otras cosas, esos beneficios. ¿Cómo ir contra ese gozo perverso y sádico?.

44. ¿Hay que fusilar a los dioses?

La crítica marxista y mucha de la atea a la religión parte del principio cierto de que es el opio del pueblo. Esta crítica tiene varios niveles de argumentación que no podemos analizar aquí en su totalidad pues alguno de ellos -el de la alienación- ya se ha visto y no hay espacio para otros incluso aunque nos ciñésemos sólo a la religión cristiana dejando de lado el problema de fondo: la religiosidad como fenómeno social que aparece en un momento determinado de la evolución de nuestra especie. Decíamos que incluso no tenemos espacio para el cristianismo -¿existió realmente Cristo?, ¿qué fiabilidad tienen los «textos sagrados»?, ¿es una religión «original» o una síntesis de corrientes religiosas hecha por los poderes establecidos?, ¿lógica e históricamente se sostienen las famosas «pruebas de la existencia de dios»?, ¿cual es la historia del cristianismo?, etc, etc- así que tendremos que escoger sólo dos cuestiones centrales para el tema que tratamos: una, en la sociedades llamadas cristianas, la religión no sólo promete el «reino eterno» a cambio de la pasividad en éste, sino que encima su incapacidad para dar una respuesta al problema del mal, de la iniquidad y del sufrimiento sin causa aparente, esa incapacidad refuerza la proliferación de los poderes, además del miedo a la libertad. La otra va unida a ésta, tampoco resuelve el problema la Teología de la Liberación sino que realmente lo agrava y empeora. Tal identidad de fondo de la religión con el poder nos lleva a tres preguntas: ¿puede un cristiano ser revolucionario?, ¿qué es el ateísmo militante? y ¿cómo se plasman estas cuestiones hoy en Euskal Herria?.

45. ¿Cuántos poderes hay?

La reflexión realizada hasta ahora puede llegar a un punto muerto sino superamos el tópico burgués de los tres poderes. Según él hay tres poderes centrales: el judicial, el ejecutivo y el legislativo. Algunos se empeñas en decir que la prensa en un «cuarto poder», un «poder en la sombra», cuando es sólo un instrumento de poderes que sí están en la sombra, pero no en la de la cárcel precisamente. Pero no se pueden contar cuántos poderes hay si no sabemos qué es el poder: poder es la capacidad de expropia excedente en cualquiera de sus formas de manifestación. Quiere ello decir que tiene poder el marido-padre sobre la mujer pues saca de ella trabajo doméstico, placer sexual, reproducción biológica, etc. En el aptº anterior hemos visto cómo ese poder produce placer y ello es debido a el excedente extraído. Pero el poder siempre busca algo material y tangible aunque se presente bajo apariencias idealistas y hasta religiosas. Esa búsqueda del beneficio concreto es común a todos los poderes y tiene sus raíces en la existencia de la propiedad privada de las cosas y de las personas. Hay tantos poderes como formas de explotación y reproducción de esa propiedad. Precisamente por eso todos los poderes están jerarquizados y centralizados en última instancia por la propiedad. Aquí interviene el Estado de la clase, sexo-género y nación dominantes como instrumento estratégico, pero por su importancia volveremos al tema en el aptº 46.. Saber que los poderes son múltiples pero identificables en su esencia es importante para saber como combatirlos; por ejemplo: la fuerza de los movimientos populares y restantes sistemas autoorganizativos de base radica en la correcta identificación del poder particular al que se enfrentan y en la no menos correcta integración de esa lucha dentro de una práctica global contra el poder centralizador del Estado. Esto nos lleva al tema del poder popular ¿en qué consiste?.

46. ¿Qué hace el Estado?

Los poderes concretos, por ejemplo el del carcelero frente al prisionero vasco, se estructuran mediante una jerarquía en la que el punto de mando estratégico lo tiene el Estado, y en especial sus aparatos económicos y represivos. Es cierto que los poderes concretos, aislados, actúan con mucha autonomía pero siempre necesitan del Estado, de sus leyes y disposiciones, de sus ayudas y presupuestos. En última instancia, la violencia opresiva que practican esos poderes viene legitimada y delegada por el Estado. El Estado es pues el centralizador y cohesionador estratégico, o sea, sin él más pronto que tarde la inmensa mayoría de las explotaciones y opresiones concretas, especialmente las burocrático-administrativas, económicas y represivas, se debilitarían rápidamente. Tal es la experiencia histórica. Pero hay ciertos poderes y sistemas de explotación que tienen más autonomía que otros: el patriarcado por ejemplo, que es capaz de resistir largos y conflictivos períodos de ausencia o debilidad estatal extrema para luego encarnarse burocráticamente en el pomposo «Estado revolucionario». Ello es debido a la propia naturaleza del patriarcado ya descrita en su momento. Sabiendo esta experiencia histórica ¿cómo debemos actuar ya desde ahora para que el futuro Estado vasco independiente no reincida en lo mismo?.

47. ¿Existen poderes secretos?

El Estado es una máquina inescrutable en sus núcleos decisivos. Como toda burocracia, el secreto y el silencio son una constante dentro suyo. El secreto tiene muchas finalidades y una de ellas es la de impedir el conocimiento público de poderes organizados que mantienen complejas relaciones con el Estado, que son internacionales, que se mueven por fuera y al margen de los parlamentos, etc. Tales poderes se organizan casi clandestinamente pese a que no tienen nada que temer de las fuerzas represivas, pero sí del conocimiento público. Las sucesivas fases de expansión mundial del capitalismo han generado correspondientes y necesarias organizaciones secretas. No es política-ficción sino una realidad que responde a las dificultades crecientes de la burguesía para administrar y ampliar su dominación. La llamada «democracia parlamentaria» ya no sirve plenamente para ello pese a que aún mantiene determinadas funciones para el capitalismo. El poder burgués en su plasmación última se mueve en un universo inaccesible para el parlamentarismo. Aun y todo así, las y los oprimidos no pueden pasar totalmente de la lucha institucional. Se trata de conocer sus límites y de integrar esa lucha en otra global.

48. ¿Cómo hacer que esto estalle?

El derrotismo y la sensación de imposibilidad son elementos desmoralizadores de entrada y, posteriormente, auspiciadores del posibilismo reformista y, en determinados momentos, del colaboracionismo consciente y total. El derrotismo tiene dos causas principales: el desconocimiento de la realidad social y de su historia y otra, la ausencia de una estrategia y táctica basadas en ella. La experiencia de ETA es en este asunto acorde con la de todas las organizaciones revolucionarias. Aclarando que no usamos la palabra «estallar» en su resonancia insurreccionalista, hay que decir que la función de la estrategia y de la táctica es precisamente la de integrar en el tiempo y en el espacio todos los saberes y prácticas revolucionarias con la mirada puesta en la viabilidad práctica del proceso de liberación. Aquí debemos recurrir a un aspecto central del pensamiento revolucionario desde mediados del siglo XIX y que más tarde Lukács definió como «actualidad de la revolución». Se trata de una concepción teórico-práctica de la sociedad y de la existencia humana que articula todos los componentes de la conciencia revolucionaria. Tenemos más de seiscientos ejemplos prácticos de esa concepción elemental: las prisioneras y prisioneros, deportadas y deportados, exiliadas y exiliados, clandestinas y clandestinos militantes abertzales.

IX. ¿Resignación o acción?

La práctica de esas y esos militantes es un ejemplo de cómo se puede mantener siempre una postura vital no derrotista y sí revolucionaria. Incluso ello es posible en los peores momentos imaginables, cuando la contrarrevolución fascista o un golpe militar han masacrado en sangre a las y los oprimidos de modo que éstos necesitarán una o dos generaciones para recuperar sus fuerzas. Siempre es posible mantener una determinada práctica revolucionaria en los peores momentos, en los inmediatamente posteriores a una derrota en apariencia irrecuperable. Se trata de saber ¿qué es la práctica revolucionaria? Esta pregunta es decisiva en momentos de derrota, sobre todo, y también en momentos de confusión y perplejidad como los actuales. Resulta fácil responder a ella en momentos de auge, cuando el viento de la historia impulsa el navío revolucionario, pero si entonces la respuesta es superficial no pasará mucho tiempo para que se hagan patentes sus limitaciones: ¿qué si no eso ha sucedido con los cientos y cientos de militantes antifranquistas no abertzales y con muchos abertzales que copiando dogmáticamente experiencias exteriores, se desinflaron al ver lo irrealizable de su dogmatismo?

49. ¿Tiene sentido la vida?

Una de las sustantivas diferencias que separan abismalmente al pensamiento revolucionario del reaccionario radica en algo más que la respuesta que se da a esa pregunta. Incluso aunque ambas posturas enfrentadas respondan que sí, la diferencia nace no sólo de las consecuencias prácticas de ese sí a la hora de llevarlo a la acción sino, sobre todo, previamente a ese sí, o sea, en la forma de hacer la pregunta, en el objeto al que va destinada y en el método empleado para responderla. Luego, sobre esas diferencias ontológicas y epistemológicas, surgen dialécticamente las diferencias prácticas. El sentido de la vida no es otro, según la interpretación de este texto, que el de acabar con las causas que impiden que la vida tenga sentido de sí, sea autoconsciente. Por el contrario, desde la visión reaccionaria sea o no religiosa pues puede ser también atea como el nazismo, por ejemplo, el sentido de la vida consiste en mantener que esa vida otorgue su sentido a causas externas: dios, la propiedad privada, la raza superior, la civilización occidental, etc. Recordemos una vez más el decisivo aptº 41 sobre la alienación. Por causas externas de y para la vida entendemos el conjunto de intereses minoritarios, opresivos, que hacen que esa vida sea un objeto pasivo aunque se mate trabajando. El sentido de la vida se conquista en el proceso de desalienación en todos sus aspectos incluído, lógicamente, el nacional. El verdadero sentido de la vida se plasma en la violencia defensiva contra la opresión.

50. ¿Ética y/o política?

Dado que la desalienación es un proceso totalizante abarca por igual a lo ético y político, a lo estético y lo cotidiano, a lo personal y a lo colectivo. Esta es otra de las grandes e insalvables diferencias que separan a la conciencia revolucionaria de la reaccionaria, y también de la reformista. La burguesía separa drásticamente ética de política: para ella son dos mundos aparte dominando el segundo de forma absoluta al primero. El reformismo dice que es al contrario, pero su práctica lo desmiente. La ética burguesa está supeditada a la política necesaria y adecuada al beneficio económico. La ética revolucionaria no está supeditada a nada pues ella misma reivindica la fusión con la política y con la economía. Es en los momentos de resistencia y lucha reivindicativa cuando se enfrentan ambas concepciones antagónicas. Ya estaban enfrentadas en las situaciones previas, en los momentos de calma y de eso que se llama «paz» -luego tocaremos este tema- pero es cuando se pasa a la acción, que recordemos lo dicho en el aptº 42 sobre el miedo a la libertad, es el mejor antídoto contra el miedo. La práctica emancipatoria de las y los oprimidos así lo enseña ¿y acaso no sucede lo mismo en Euskal Herria?.

51. ¿Quién juzga a quién?

52. ¿Paz o guerra?

Es muy importante desmitificar y aclarar quién juzga a quién porque en base a ello se mantiene luego la legitimidad ético-moral, política interna y externa de todo conflicto, especialmente del violento. Ha partir de los conceptos construidos y santificados por los poderes opresivos se define y legitima la «paz» siempre en interés de esos poderes. Nos encontramos ahora frente a uno de los grandes y graves problemas de todas las izquierdas: ¿cómo demostrar que la «paz» es otra cosa diferente a lo que dice el opresor?. Todas las luchas de las y los oprimidos han chocado con este problema: ¿cómo legitimar el paso a la violencia defensiva cuando se han agotado los ineficaces medios de presión «pacífica» consentidos por el poder?. Pero el problema es todavía más profundo pues en contra del pensamiento dominante que separa drástica y abstractamente la paz de la violencia, el pensamiento revolucionario sabe que existe una imbricada dialéctica entre paces y violencias. Ahora comprendemos la importancia teórica y práctica de las reflexiones precedentes sobre los poderes, el Estado, etc. Mas aún así, queda pendiente el dilema central sobre el que se reflexionará más extensamente en el aptº 55: ¿cómo, en base a qué y para qué las y los oprimidos pasan a la violencia defensiva?; esta pregunta exige introducir la preocupación por el futuro.

Sin embargo, pese a que la práctica histórica así lo demuestre, es difícil llevar esa demostración a la gente. La razón es muy sencilla y en parte ya la hemos citado al analizar la falsificación de la historia que realizan las clases dominantes. Pero hay un punto que hemos dejado por su importancia y que consiste en que el que escribe la historia juzga al que no la escribe. Es cierto que generalmente es el vencedor y el que detenta el poder quien escribe la historia, oficializándola y condicionando escrituras posteriores. Con ello juzga a los participantes, los condena o los indulta, también los premia. Pero ¿es válido ese veredicto?, mejor dicho, realmente ¿quién juzga a quién a lo largo de casi tres mil años de historia escrita y más de historia oral?. Hay más aún: ¿cómo condiciona nuestro criterio ese inmenso estercolero de condenas y falsedades escritas por el poder?. Dicho de otro modo: ¿podemos utilizar acríticamente el concepto de ética, por ejemplo, sin desinfectarlo de los virus de la tradición creada por las clases dominantes masculinas, religiosas, racistas y eurocéntricas?. En Euskal Herria padecemos también esta carga: la tradición del vasco y de la vasca como ‘euskaldun fededun», pacífico y no violento excepto cuando está en peligro la propiedad privada y la religión verdadera, trabajador y no huelguista, etc. ¿Quién nos ha juzgado así, por qué y para qué?.

53. ¿Fines y/o medios?

Pero para llegar al futuro hay que hacer determinadas cosas y eso nos enfrenta al problema de los medios y de los fines. Por ejemplo, los obreros de una empresa quieren asegurar su sueldo futuro lo que les exige impedir el cierre de la empresa. ¿Cómo luchar para evitar el cierre y asegurar el futuro?. Un medio blando no sirve ante la decisión del empresario. Un medio duro choca con la oposición de sindicalismo reformista, con la represión policial y las venganzas empresariales. La defensa del futuro exige tomar una serie de medios duros en el presente que lo garanticen. Hay que organizarse de otra forma, sin depender de la burocracia sindical, etc, etc. Y al final, cuando no hay otra solución, vienen los enfrentamientos con las fuerzas represivas. Este esquema muy simplificado sirve en su esencia para cualquier situación de reivindicación: desde una larga guerra popular prolongada hasta el trámite de divorcio de una mujer pasando por una reivindicación lingüístico-cultural. Es así porque existe un fin de perpetuación y un medio de asegurar esa perpetuación en todo poder opresivo, porque existe una unidad lógica que los recorre a todos ellos: asegurar en el excedente que obtienen, como hemos visto en su momento. Por eso, en el lado del poder opresor, el fin se antepone al medio y la política a la ética mientras que en el lado del oprimido, el fin y el medio forman una unidad al igual que la política y la ética. Los opresores siempre han supeditado el medio al fin, han asesinado y masacrado sin piedad para mantener su poder, que es su fin. No así los oprimidos.

54. ¿Qué es el mal menor necesario?

Lo que subyace al debate del fin y de los medios es el última instancia el siempre crucial tema del mal menor, es decir, de aceptar o no un daño como inevitable para llegar al fin necesario. Decimos fin necesario que no caprichoso u optativo pues aquí radica una de las diferencias entre la conciencias revolucionaria y la reaccionaria. La primera, la revolucionaria, sabe que es necesario y urgente acabar con la dominación del capitalismo pues está en juego el futuro mismo de la humanidad; la segunda, la reaccionaria desea mantener sus privilegios y prebendas a cualquier precio. Estas insalvables diferencias existen también en cualquier opresión y explotación individual. Partiendo de aquí, la definición del mal menor varía substancialmente según se sea oprimida/o u opresor. Para quien está machacado, el mal menor, como el medio elegido, no puede nunca cometer el error garrafal de aumentar la desunión, de crear tensiones y divisiones innecesarias, de debilitar la acumulación de fuerzas y el logro de alianzas necesarias. No puede cometer el error del mal mayor innecesario porque ese medio se vuelve contra el fin necesario. Por eso las y los revolucionarios cuidan y miden al detalle las repercusiones pedagógicas de sus luchas. El mal menor necesario es para los revolucionarios aquél acto mínimo inevitable, no deseado pero necesario, no buscado e impuesto por el opresor al negarse a cualquier solución constructiva. Para el opresor el fin es mantener sus privilegios para lo que hará todo lo que pueda y más: de ahí nace el recurso del opresor al mal mayor innecesario. Es mayor porque busca aterrorizar con el miedo y el castigo, sin piedad, y es innecesario porque la opresión carece de justificación ética alguna: es innecesaria para la humanidad. Por último, es en estos momentos cuando se constata la opción del reformismo por el poder y por el mal mayor innecesario.

55. ¿Y mañana?

Ninguna lucha de las oprimidas/os se ha iniciado sólo y exclusivamente por repentina y espontánea negativa a la explotación por salvaje que ésta fuera. La experiencia histórica reestudiada y rescatada por las oprimidas/os enseña que hasta las en apariencia más espontáneas e instintivas sublevaciones desesperadas han sido precedidas por tanteos previos, escaramuzas, niveles más o menos empíricos de autoorganización. Además, siempre ha palpitado una vaga y difusa utopía de justicia, de un mundo mejor. Nunca ha logrado el poder dominante borrar del todo de la memoria colectiva de las oprimidas/os mitos, creencias, tradiciones y costumbres igualitarias, justicialistas, colectivistas y comunistas. Están presentes de modo tergiversado dentro de la religión misma. La propia burguesía quiere borrar de sus señas de identidad el recuerdo de sus revoluciones antiabsolutistas. Es por esto que siempre está presente el mañana en las aspiraciones y luchas de las oprimidas/os. Y cuando se lanzan a la acción, la que fuera, ese mañana se une al hoy iluminando la lucha. Cuando ese mañana se ve en peligro mortal es cuando más fácilmente se dan los pasos que conducen a la violencia defensiva, asumiéndose todos los costos que eso supone. La violencia de las oprimidas/os es doblemente defensiva: uno, porque salta cuando no hay más remedio y dos, porque tiene un modelo de futuro que es directamente negado por el poder, que sólo mira su presente. Este es el secreto que explica que todas las revoluciones y guerras de liberación, al margen de su resultado, hayan suscitado siempre infinitamente más ilusiones, esperanzas, explosiones creativas artísticas y científicas, análisis teóricos, que las incultas y mortecinas contrarrevoluciones pese al apoyo relativo de masas que obtuvieron en sus comienzos algunos, que no todos, movimientos nazi-fascistas: los procesos de liberación y las revoluciones se hacen para el futuro, las contrarrevoluciones por el pasado.

X. ¿Qué está cambiando?

Las reflexiones realizadas hasta ahora han intentado penetrar en realidades cambiantes, no estáticas, móviles y abiertas; realidades en crisis que, como hemos empezado diciendo, nos enfrentan a la disyuntiva de tener que presionar con la práctica sobre la vía de salida que aparecen en los momentos de bi o trifurcación. La incertidumbre sobre la que hablábamos al inicio puede mantenerse soterrada a pesar de las reflexiones por el sencillo hecho de que no nos hemos atrevido a tocar uno de los problemas tabúes del saber burgués: el movimiento contradictorio de la realidad y los inevitables desfases periódicos que surgen entre ese movimiento y el saber que pretende aprehenderlo y que por su misma inercia tiende siempre ha quedarse retrasado, superado parcialmente al principio hasta acabar anticuado e inservible. Tres son los peligros que se agazapan en esta inevitable crisis periódica: uno, el dogmatismo de lo inamovible, de la verdad absoluta; otro, unida a la anterior pero con el agravante del idealismo, el recurso a la causa externa y por ende la caída en el irracionalismo de fondo por muy camuflado que esté en el agnosticismo cientifista y el último, el nihilismo indiferentista, passota, peor que el postmodernismo yuppi.

56. ¿Discontinuidad en la continuidad?

¿Estamos en la denominada «sociedad postindustrial»? ¿o es la no menos célebre «sociedad del ocio»?. ¿No será que las nuevas tecnologías están superando y condenado al trastero al capitalismo tal cual era entendido incluso a finales de los setenta?. Estas y otras muchas preguntas nos llevan a problemas clásicos de la filosofía del conocimiento, de las categorías del saber humano en cuanto cultura productiva organizada al rededor de y para la ley de la productividad del trabajo social, en última instancia: ¿existe la discontinuidad en la continuidad?, ¿y el cambio en la permanencia?. ¿Tiene el conocimiento humano acumulado capacidad para conocer científicamente lo que está sucediendo y su previsible evolución, o está desbordado en su mismo núcleo praxeológico?. ¿Hay razones cualificadas para el optimismo o debemos sumergir nuestro sentido de la vida en un pesimismo no resignado, en una especie de epopeya que se desliza hacia la tragedia?. Es más, ¿acaso no es preferible aceptar ese activismo pesimista no resignado con tal de impedir que avances los desastres del Apocalípsis?. No tenemos que menospreciar estas inquietudes pues son más comunes de lo que sospechamos y, además, no responder a ellas abre la puerta a nuevas formas de legitimidad de la sexta ofensiva mundial del Capital contra el Trabajo.

57. ¿Qué sociedad emerge?

El saber sí puede demostrar su capacidad de conocimiento de lo que sucede, pese a las lacras y dependencias para con los poderes opresores históricos, visto eso vamos a concretar la dialéctica de los permanente y de lo mutable en las nuevas formas que está adquiriendo la sociedad capitalista en los últimos años y que se intensificarán con el tiempo. Recordamos aquí las reflexiones de los cptº IIº y IVº y en base a ellas sintetizamos cinco cambios que se están dando en las sociedades del Centro imperialista y que confirman tendencias genético-estructurales del Modo de Producción Capitalista:

una, una sociedad mundializada y en pugna con las necesidades nacionales de los pueblos oprimidos;
dos, una sociedad con cambios profundos en la disciplina, modo y forma de explotación de la fuerza de trabajo social con efectos desastrosos sobre la inmensa mayoría de la población;
tres, una sociedad con cambios espectaculares en sus burocracias estatales y en sus aparatos de opresión que se refuerzan y endurecen;
cuatro, una sociedad con nuevas normas disciplinarias sociales controladas por nuevos sistemas mediático y de reforzamiento de la alienación y último,
cinco, una sociedad de capitalismo verdoso y limpio que saca beneficio de la ecología domesticada a costa de desplazar la insostenible carga ecológica al resto del planeta.

¿Acaso no vemos cómo esos cinco cambios se están dando por activa y/o pasiva en Euskal Herria?

 58. ¿Nuevas formas de opresión?

 El capìtalismo que emerge refuerza viejas formas de opresión, genera otras nuevas y mantiene en la reserva algunas antiguas. Esas formas dependen de la finalidad de esos cambios: del incremento de la tasa media de beneficio de la burguesía. Por eso una de las cuestiones claves es redefinir las transformaciones del Estado y su reforzamiento en algunas áreas tradicionales contrarrestando el debilitamiento de otras áreas causado por la tendencia mundializadora. Sintetizamos quince de esas transformaciones:

uno, uno, flexibilidad y precariedad laboral;
dos, debilidad sindical;
tres, precariedad y empobrecimiento social;
cuatro, integración de la cotidianeidad en la explotación;
cinco, pérdida del referente espacio-temporal clásico;
seis, drástica reducción del tiempo propio;
siete, contraofensiva patriarcal;
ocho, aumento de la marginalidad;
nueve, represión de los inmigrantes y aumento del racismo;
diez, generalización del telecontrol informático;
once, militarización de la policía y policialización del ejército;
doce, proliferación de las policías privadas y semiestatales;
trece, criminalización de toda resistencia;
catorce, policialización de los jueces cuando no su privatización y también la de las cárceles y último,
quince, reducción de los derechos democráticos burgueses sobrevivientes.

¿Acaso no es también apreciable tal involucionismo autoritario en Euskal Herria?.

59. ¿Y las nuevas tecnologías?

Las nuevas tecnologías (NTC) adquieren una función doble en las nuevas opresiones centralizadas mediante los sofistificados ordenadores: una, ampliar el control social accediendo a la mayor cantidad y calidad posible de datos y otra, volcar sobre determinados colectivos declarados como «peligrosos» una especial represión selectiva y destructora silenciosa e invisible.

Los cuatro bloques de NTC -biotecnologías, microelectrónica, nuevos materiales y nuevas energías- tienen directas aplicaciones militares y represivas para asegurar una nueva fase de expansión capitalista. De las cuatro, dos -microelectrónica y nuevos materiales- tienen directas e inmediatas aplicaciones represivas; otra -biotecnología- tiene aplicaciones ya a corto plazo y por último la restante -nuevas energías- está destinada mediante su control monopolístico por las transnacionales del petróleo y transporte a impedir el uso alternativo por el ecologismo radical.

Los cuatro bloques de NTC nos remiten al debate sobre la ciencia, su uso y sus potencialidades liberadoras u opresivas analizado en el cptº V. Pero todas ellas tienen a su vez, contradictoriamente, determinadas posibilidades de uso por las oprimidas/os del mundo, dependiendo de determinadas condiciones y adecuaciones previas. ¿Cuales son esas posibilidades y en qué medida son aplicables a Euskal Herria?.

60. ¿Nuevos sujetos revolucionarios?

El debate sobre la supuesta «muerte de la clase obrera» tiene una parte de razón: la clase obrera siempre está sometida a cambios de desaparición de fracciones suyas ya inservible a la producción capitalista. Pero a la vez, siempre están naciendo nuevos componentes de la clase obrera. Este proceso permanente se agudiza en sus formas destructivas en los momentos de crisis, y en las constructivas al introducirse a la producción las NTC que asalariarizan a los técnicos anteriormente considerados fuera de la clase obrera. La clase obrera no es algo estático sino que es una estructura en evolución, un proceso cambiante que crece porque crece el trabajo asalariado. Este y no otro es el criterio básico para definir a la clase obrera. Como hemos visto antes, el criterio se confirma y mejora al introducir el de pueblo trabajador. Y los cambios en la explotación están ampliando el surgimiento de sujetos revolucionarios, ya que crece el campo de explotados/as. Pero ello no supone obligatoriamente que esos sujetos nazcan siendo revolucionarios o se hagan rápidamente. Hay una distancia entre condición objetiva y conciencia subjetiva que tarda tiempo en andarse. ¿Cuáles son esas nuevas aportaciones a la clase obrera?. ¿Qué instrumentos de lucha tienen?. ¿Cómo podemos acelerar esa radicalización?.

61. ¿Sabemos pensar mejor para luchar mejor?

Los cambios descritos son grandes retos para las izquierdas. La forma de pensar surgida a finales de los 60 que sostuvo las luchas de los 70 está agotada en sus expresiones formales manteniendo incólume su valor estratégico y el núcleo de su adecuación táctica. Se trata de, a la luz de las reflexiones realizadas, conocer mejor la dialéctica de lo que permanece y lo que cambia. Ello requiere una forma de pensamiento consciente de lo real, sabedora de que hay que profundizar en nuestros principios estratégicos irrenunciables encontrando una vez más sus virtualidades en las nuevas condiciones. Esa capacidad ha sido siempre un mérito de ETA y del MLNV. Es más, actualmente sólo esta fuerza abertzale puede presentar a Euskal Herria un modelo de construcción nacional que engarce el pasado con el futuro. Tenemos tres criterios básicos: uno, pensar no es igual a meditación contemplativa, aislada de luchas y problemas. Al contrario, pensar correctamente es imposible si no se está dentro de la lucha, en medio del conflicto. No existe eso que se llama «distancia teórica». Al contrario, la objetividad necesaria para el correcto pensar sólo se asegura desde dentro de la subjetividad militante y viceversa. Este es otro de los insalvables cosmos que separan al conocimiento revolucionario del reaccionario y en especial del reformista. Dos, la práctica -no la empiria- es el método de valoración de la teoría. Quiere eso decir que la autocrítica debe surgir de la acción y de sus resultados, no de la verborrea. Tres, la validez innegable de la historia, de la nuestra y de la de otros pueblos. La historia es la acumulación de derrotas y fracasos y por tanto de conocimientos y lecciones. Lo es también de aciertos y victorias, pero es mejor aprender del error. La historia, la sangre hecha libro, nos enseña a triunfar antes.

Ideia Zabaldu – Difunde la idea